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La anosmia o pérdida total del olfato, es un síntoma común en quienes padecieron el COVID-19. Un estudio del Departamento de Patología de la Universidad Johns Hopkins advirtió hace un par de meses que este síntoma podría estar relacionado a un daño cerebral.

Ahora, un nuevo análisis realizado por la docente de la Universidad de Chile y doctora en neurociencia por la Universidad de Maryland, Alexia Nuñez, dio a conocer más antecedentes relacionados al deterioro en la calidad de vida y salud mental entre quienes perdieron el olfato.

“Poner esto en evidencia nos permite tener nuevos antecedentes respecto del funcionamiento del organismo humano y puede ayudar a encontrar formas de aliviar esta pérdida en quienes la han sufrido de forma reversible”, señaló Núñez a Qué Pasa.

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Su investigación busca desde perspectiva sistémica abarcar “al organismo completo, cómo el cerebro interpreta los estímulos de los sentidos. Cómo los procesa. Y me especializo particularmente en las moléculas de odorantes, es decir, en el sistema olfatorio”.

No todos pudieron recuperar el olfato

La mayoría de los pacientes con COVID-19 que pierde el olfato por la enfermedad logra recuperarlo en un periodo de 1 y 3 meses, pero existe un 5% de personas que no lograron hacerlo. Por otro lado, algunas personas que lograron recobrar este sentido, padecen una distorsión que les lleva a percibir olores desagradables, sin que estos existan en la realidad.

“Es consecuencia de muerte neuronal. Se murieron las neuronas de la nariz. El virus mató células que apoyan la actividad de las neuronas de la nariz, y al morir aquellas, mueren también las neuronas”, aseguró la especialista.

Producto de la distorsión o falta de este sentido, muchas personas entraron en cuadros depresivos, “aislamiento social e incluso se han intentado suicidar”, sostuvo.

COVID.

“Puede provocar anorexia o bulimia. La persona puede comer obsesivamente para tratar de sentir algo. O prácticamente, no comer, porque no siente nada. Se aíslan socialmente y se distancian de sus parejas, porque la relación íntima también depende en parte del sistema olfatorio. Toda esa situación conlleva finalmente a depresión. No es que específicamente la pérdida del olfato genere la depresión, pero sí puede desencadenar una serie de eventos que lleven a eso”, agregó.

El olfato no solamente sirve para detectar peligros (como el olor a gas) sino que también es fundamental en el aspecto emocional y la memoria.

“Nosotros recordamos a través del olfato. El sentido olfatorio es un estímulo muy potente para recordar diferentes situaciones de nuestra vida. La experiencia de la nostalgia. No hay sentido que transporte de mejor manera a un lugar que el estímulo olfatorio. Y eso tiene estrecha relación con los circuitos cerebrales involucrados”, enfatizó.

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