Pese a que inicialmente el COVID-19 se consideró como una enfermedad respiratoria, informes publicados en 2020 indican que los pacientes sufrieron de complicaciones cardiovasculares notables.

El consenso de los científicos fue que los problemas cardiacos asociados al COVID-19 eran el resultado secundario de la inflamación generalizada que acompaña a la enfermedad.

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Es por ello que un nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Washington en el Hospital St. Louis, demostró cómo el SARS-CoV-2 puede infectar y dañar directamente el tejido cardíaco. Indican que esto no se debe a una inflamación por respuesta a la infección, sino que el virus mismo interfiere con los músculos del corazón.

Para llegar a estos resultados el equipo diseñó modelos de músculo cardíacos, mediante células madre.

Estos modelos in vitro revelaron que el virus destruye directamente las células cardiacas llamadas Cardiomiocitos, las cuales son responsables de la contracción muscular.

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Explican que este daño puede ocurrir en ausencia de una inflamación o puede ser amplificado por ella.

“La inflamación puede ser un segundo golpe además del daño causado por el virus, pero la inflamación en sí no es la causa inicial de la lesión cardíaca”, agregó Kory Lavine, autor principal del estudio.

El estudio, publicado en la revista, sugiere que el SARS-CoV-2 puede influir en el corazón de una inusual manera y puede persistir durante meses en sobrevivientes al COVID-19, a diferencia de otros virus.

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