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Cada vez cobra más fuerza la lucha en contra de la violencia ejercida hacia las mujeres durante el embarazo y nacimiento. Diversos informes, incluido uno presentado en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el 2019, señalan que este tipo de maltrato es un fenómeno generalizado y sistemático.

Los procedimientos médicos coercitivos, es decir, aquellos en los que se ejerce una presión sobre las mujeres para forzar su voluntad, se incluyen dentro de este tipo de violencia. Al respecto, un nuevo estudio dejó en evidencia que muchos partos son inducidos en mujeres sanas sin ninguna razón médica.

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Investigadores de Australia, Reino Unido y Países Bajos rastrearon más de 475 mil nacimientos en Nueva Gales del Sur entre 2001 y 2016. De ellos, 69.397 (15%) se realizaron sin una razón médica en mujeres que tenían entre 20 y 35 años, un embarazo saludable y no fumaban ni tenían presión arterial alta o diabetes.

Si bien el estudio se realizó en Nueva Gales del Sur, al suroeste de Australia, sus conclusiones pueden ser extrapoladas a la realidad de otros países del mundo, donde instituciones, tanto nacionales como internacionales, llevan años denunciando esta práctica.

“Las mujeres que son inducidas no pueden moverse tan fácilmente debido a que el bebé necesita ser monitoreado continuamente (…) Esta falta de control puede hacer que se sientan decepcionadas con su nacimiento e incluso algunas pueden quedar traumatizadas”, detalló la autora del estudio Hannah Dahlen.

Dahlen sostuvo a The Conversation que una revisión publicada en 2019 reveló que las decisiones sobre la inducción fueron mayormente tomadas por médicos y miembros del personal en lugar de mujeres “cuyas expectativas y preferencias a menudo no se cumplieron”.

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Respecto a esta práctica, organismos como la ONU no aconsejan la inducción del trabajo de parto sin indicación médica antes de las 41 semanas de gestación. En otros países como Reino Unido ya se están discutiendo guías que recomiendan lo mismo que esta institución.

“No hay duda de que la inducción del trabajo de parto puede salvar vidas si se usa con prudencia. Pero es una intervención médica importante y, por lo tanto, no debe ofrecerse de manera rutinaria antes de las 41 semanas sin discutir los riesgos y efectos incluidos a largo plazo”, enfatizó Dahlen.

Los resultados completos fueron publicados en la revista científica BMJ Open.

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