La “procrastinación” deriva del verbo en latín procrastināre, que significa postergar hasta mañana.

Ya sea un ejecutivo deje para después el informe que debe entregar a fin de mes, una mujer que aplaza su consulta al médico o de una persona que asegura que al siguiente mes comenzará a hacer ejercicio por la mañana, promesa que repite una y otra vez sin comenzar en ningún momento.

Son diversas las causas atribuidas a la procrastinación, que llevan a un individuo a vivir en ese estado. Ahora, un nuevo estudio a más de 3 mil estudiantes universitarios suecos encontró que la procrastinación se asoció con una peor salud mental, con síntomas como la depresión, ansiedad y estrés, además de comportamientos de estilo de vida poco saludables y de algunos dolores físicos y musculares.

Los hallazgos, publicados en la revista Jama Network Open, revelaron un vinculo a comportamientos poco saludables en el estilo de vida, como la mala calidad del sueño, inactividad, consumo de tabaco o alcohol, además de peores niveles de factores psicosociales de salud como una mayor soledad y más dificultades económicas.

Los investigadores de la Universidad de Estocolmo midieron la procrastinación se midió utilizando 5 ítems de la versión sueca de la Pure Procrastination Scale (PPS). Los ítems se calificaron en una escala de 1, (muy rara vez o no me representa) a 5 (muy a menudo o siempre me representa) y se sumaron para dar una puntuación total de procrastinación que va de 5 a 25.

De acuerdo a la puntuación media de procrastinación al inicio del estudio fue de 12,9. Además, los autores describieron la procrastinación como “una forma de fracaso autorregulador vinculado a rasgos de personalidad como la impulsividad, la distracción y la baja concienciación“. Incluso tiene capacidad para influir en el éxito académico.

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