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(CNN) -Después de más de un año de reunirse en Zoom todos los meses, los miembros del club de lectura de Amy Ettinger intentaron recientemente algo radical: se juntaron en la vida real.

El cambio supuso un alejamiento de la rutina. Ettinger había establecido el club de lectura al comienzo de la pandemia y, desde el principio, el plan era eventualmente hacer la transición a un club cara a cara. Finalmente, a fines de mayo, lograron su objetivo, reuniéndose afuera en el patio de un miembro.

Aunque no estaban familiarizadas con cómo actuar en persona al principio, la reunión rápidamente se volvió divertida, sostuvo Ettinger. Seguro, en algún momento, las mujeres lograron discutir el libro del mes, Girl, Woman, Other de Bernardine Evaristo, pero en realidad, se trataba de reforzar las conexiones.

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“Cuando nos conocimos en Zoom, pasamos la mayor parte del tiempo hablando de los libros (…) Cuando nos reunimos en persona, fue un cambio de interruptor: hablamos menos sobre el libro y más sobre nuestras vidas. Fue un cambio muy bienvenido para todos nosotros. Un alivio”, dijo Ettinger.

Resulta que hay beneficios reales de reunirse cara a cara, según un estudio publicado en el Journal of Neuroscience. La familiarización con la vida real estimula el cerebro de manera diferente, produciendo conexiones más fuertes y rápidas, informa el reporte

Anatomía de un estudio cerebral

Los neurocientíficos Géza Gergely Ambrus, Gyula Kovács y sus colegas estaban interesados en cómo llegamos a conocer gente nueva en diferentes situaciones. El estudio se realizó en la Universidad Friedrich Schiller de Jena en Alemania entre febrero de 2019 y principios de este año.

“Desde que comenzó la pandemia, se han hecho muchos conocidos únicamente a través del chat de video (…) Hace poco menos de 200 años, la fotografía ni siquiera se inventó, mientras que hoy en día conectarse entre nosotros sin contacto cara a cara es una parte normal de nuestras vidas”, escribió Ambrus.

El autor señaló que en un comunicado que, desde la perspectiva de la neurociencia, esto lleva “a una multitud de preguntas interesantes sobre cómo nuestro cerebro percibe las diferentes formas de interactuar, tanto en línea como fuera de ella”.

Los investigadores separaron a los participantes en tres grupos. Cada uno se familiarizó con dos nuevas personas de forma diferente: interacción personal, charlando con personas; exposición perceptiva, a través de un juego de clasificación de identidades; y exposición a medios, por ver un programa.

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La fuerza de la familiaridad de las personas entre sí, llamado efecto de familiaridad, estaba ligada a la situación en la que los participantes aprendieron las caras nuevas: la interacción personal marcó la diferencia más fuerte, seguida de la exposición a los medios. La exposición perceptiva tuvo poco impacto.

Los investigadores registraron la actividad cerebral de los participantes con un electroencefalograma (EEG), un dispositivo que detecta la actividad eléctrica en el cerebro. Tomaron estas lecturas dos veces: una antes de que los participantes se familiarizaran con la gente nueva y otra después.

En los tres grupos, la segunda lectura de electroencefalograma reveló un patrón distinto de actividad cerebral alrededor de 400 milisegundos después de que los participantes vieron las caras ahora familiares.

Las interacciones cara a cara generaron las conexiones más sólidas, a pesar de que los voluntarios pasaron menos tiempo en la vida real que el grupo de exposición a los medios: el grupo de interacción personal conversó con personas por tres horas, mientras que el de exposición a medios vio 20 horas de video.

La psicología detrás del fenómeno

Kovacs dijo que la idea surgió después de ver actores en películas y sentir que realmente los “conocía”, aunque sabía que nunca se habían conocido. “Lo que hemos estado experimentando en las últimas décadas, con los avances en la industria de los medios, son muchas interacciones ‘parasociales’“, explicó.

“Cuando miramos una serie de televisión, después podemos sentir que reconocemos sus rostros, aunque nunca conocimos a la persona (…) Sin embargo, nuestro cerebro ha sido entrenado para familiarizarse con alguien a través de la interacción personal directa“, sostuvo.

La Dra. Lucy McBride, médica en Washington que no participó del estudio, estuvo de acuerdo con las conclusiones del estudio. Ella señaló que todas las relaciones sustantivas dependen de las interacciones en persona e incorporan todo, desde el lenguaje corporal hasta los matices.

Ella sostuvo que este contexto más amplio es particularmente importante para los niños, que necesitan una conexión humana en persona para el desarrollo socioemocional. “La base de cualquier relación sana nace en el mundo real“, señaló McBride.

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“Las relaciones requieren confianza y un espacio seguro sin prejuicios para la conversación abierta y el intercambio de ideas (…) Una computadora puede proporcionar algo de eso por un tiempo, pero luego necesitamos más conexión humana de la que nos proporcionó la pandemia”, añadió.

La falta de conexión en persona durante la pandemia ha amenazado nuestra salud mental colectiva, detalló Jennifer Kelman, trabajadora social de Florida. “Se perdió mucho en este último año (…) Muchos de nosotros hemos olvidado cómo relacionarnos en un nivel fundamental, y es importante que recuperemos eso“, dijo.

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