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La investigadora del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (INCAR), Doris Soto, el investigador del Centro de Investigación de Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), Brian Reid, el profesor en silvicultura y ecología forestal, Pablo Donoso y el director del Centro de Astronomía de la Universidad de Antofagasta, Eduardo Unda-Sanzana, analizaron los desafíos de la sustentabilidad, la potencia forestal y los recursos naturales de Chile en el Congreso Futuro.

“La disponibilidad del agua dulce probablemente será el factor más limitante para la agricultura en el futuro, esto por la creciente demanda y el cambio climático”, señaló Doris Soto.

La investigadora contó que Chile se encuentra entre los 10 principales productores acuícolas a nivel global.

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“La acuicultura se concentra en los mares interiores, fiordos y canales del sur de Chile y hay una parte importante de la producción de salmones en el agua dulce, que es la parte inicial del crecimiento del salmón”, especificó.

Asimismo, aseguró que “la maricultura tiene importantes ventajas en relación a la agricultura, pero en Chile no se han hecho los estudios comparativos suficientes, tampoco se han intentado desarrollar indicadores para evaluar el cumplimiento de los diferentes objetivos de desarrollo sostenible y eso es un desafío para todo los tipos de sistemas productivos”.

En cuanto al cambio climático, la investigadora INCAR manifestó lo siguiente: “la variabilidad climática y el cambio climático pueden afectar en forma directa o indirecta a los organismos que cultivamos en el océano”.

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Finalmente, mencionó que “es fundamental un manejo con enfoque ecosistémico del sector, así nos basamos en los riesgos y tenemos precauciones. Chile puede proyectarse hacia una acuicultura más sustentable y diversificada”.

En la misma línea, Brian Reid sostuvo que “los ecosistema son complejos, pero son fundamentales. El agua no se pierde en el mar, sino que trae elementos”.

Por lo demás, aseveró que “el desafío es un manejo más eficiente de la demanda del agua”.

Bosques nativos

“Chile constituye la segunda superficie más grande del mundo en bosques lluviosos, templados y boreales”, afirmó Pablo Donoso.

El profesor en silvicultura y ecología forestal explicó que los bosques de Chile se pueden clasificar en tres grandes grupos: esclerófilos de la zona mediterránea, lluviosos valdivianos y lluviosos patogénicos.

En tanto, “el 19% de la superficie nacional está constituida por los bosques nativos de Chile. Hay una relación positiva entre mayor biodiversidad y mayor productividad y eso ocurre en los bosques del país”.

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Tras eso, explicó que “las especies de luz, las pioneras colonizadoras con especies de muy buen crecimiento y gran valor, como el roble, se manejan de una forma tal que se llega a un punto de desarrollo del bosque que se corta para regenerarlo de nuevo”.

En cambio, “en los bosques más adultos de mayor desarrollo, los mixtos (sombra y semisombra), se hace un tipo de manejo distinto llamado ‘de cubierta continua’, manteniendo la misma compasión, estructura y regeneración”, ratificó.

Por lo demás, existe una tercera alternativa: “transformar a los bosques jóvenes en bosques adultos a través de sucesivas intervenciones con el tiempo”.

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Finalmente, reflexionó sobre los desafíos actuales para tener un mejor futuro.

“El siglo XXI nos convoca a manejar bosques con principios de silvicultura ecológica, la cual mantiene ecosistemas y su diversidad de estructuras, funciones y especies; usar modelos de desarrollo natural de bosques, incluyendo efectos de pertubaciones como base para las prescripciones silviculturales; valorar la complejidad y la heterogeneidad de los ecosistemas y enfatizar en la diversidad para reducir riesgos altamente disruptivos”, instó el experto.

Las estrellas

Eduardo Unda-Sanzana dijo que “estamos en un momento crítico de la historia, no solamente de la astronomía, sino de la historia de los cielos de Chile”.

Esto, porque “la contaminación lumínica nos hace habitar un cierto grado de incertidumbre en el desarrollo futuro de la astronomía”.

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El astrónomo dijo que es probable que al término de la década se reduzca “la capacidad astronómica instalada en Chile, o sea la capacidad que la humanidad tiene de captar fotones que llegan desde el espacio”.

Por lo mismo, llamó a “crear conciencia sobre la importancia de cuidar los laboratorios naturales de Chile, observar el universo y aprender más sobre nuestro gran hogar cósmico”.

“La contaminación lumínica se ve como un elemento positivo, como algo que pareciera insinuar vida o energía, pero debiésemos reflexionar más críticamente en el debate simbólico que enfrenta nuestra sociedad”, finalizó,

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