(CNN Business) – ¿Deben permanecer bajo tierra las riquezas naturales de Nigeria? La mayor economía de África tiene 206 millones de habitantes, una pobreza endémica y enormes reservas de energía que podrían aprovechar para impulsar el desarrollo. Pero está recibiendo una enorme presión por parte de los países desarrollados para que abandone los combustibles fósiles y se pase a las energías renovables con el fin de ayudar a salvar el clima.

Nigeria no es el único país que se enfrenta a este dilema. En las conversaciones sobre el clima de la COP26 en Glasgow, las economías en desarrollo de África, Asia y América Latina se enfrentan a una presión cada vez mayor para que reduzcan las emisiones de carbono en el mismo momento en que se están industrializando, un proceso que impulsó el avance de Occidente y sacó a miles de millones de personas de la pobreza.

Al mismo tiempo, muchos países pobres que hasta ahora han contribuido muy poco a las emisiones mundiales de CO2 son especialmente vulnerables al aumento de las temperaturas y al incremento de las sequías, los incendios y las inundaciones relacionadas con el cambio climático, que amenazan la seguridad alimentaria y agravan la escasez de agua.

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Lagos, la mayor ciudad de Nigeria, por ejemplo, puede quedar inhabitable a finales de este siglo si el nivel del mar sigue subiendo, según las proyecciones científicas. Ahora mismo está luchando contra la erosión de la costa, que hace que la ciudad sea más vulnerable a las inundaciones.

Sin embargo, el ciudadano medio de Nigeria emite menos de 0,7 toneladas métricas de dióxido de carbono al año, según el Banco Mundial.

En comparación con las 6,4 toneladas métricas per cápita de la Unión Europea y las 15,3 toneladas métricas de Norteamérica.

El mayor problema de justicia es que los países menos desarrollados son también los más vulnerables y los que tienen menos capacidad de adaptación a los impactos climáticos”, dijo Amal-Lee Amin, directora de cambio climático del Grupo CDC, institución británica de financiación del desarrollo.

Los expertos afirman que, si se pide a los países pobres que abandonen la producción de combustibles fósiles, sus homólogos ricos deben gastar billones de dólares para desarrollar soluciones que estimulen el desarrollo económico y protejan el planeta. Si eso no ocurre, los pobres del mundo pueden quedarse atrás en la transición energética.

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El presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, se comprometió este martes a alcanzar las emisiones netas cero para 2060, uniéndose a otros grandes exportadores de energía como Arabia Saudita. Pero también dijo a los asistentes a la COP26 que Nigeria necesita “un apoyo técnico y financiero adecuado y sostenido” para cumplir su objetivo.

Lagos el 13 de mayo de 2020, poco después de que el gobierno relajara las medidas de confinamiento por coronavirus. Crédito: Adekunle Ajayi

Recursos sin explotar

Millones de nigerianos no tienen acceso a la electricidad. Pero el gobierno y la economía del país dependen de la energía.

Nigeria es el mayor productor de petróleo de África, y los combustibles fósiles representan el 60% de los ingresos del gobierno y el 90% de los ingresos en divisas. La Ley de la Industria Petrolera, que Buhari promulgó en agosto, prevé un papel aún mayor del petróleo y el gas en la economía del país.

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“La intención [de la ley] es transformar realmente el sector para poder atraer la inversión necesaria en petróleo y gas”, explicó Adewale Ajayi, socio de KPMG en Lagos. Ello implica aumentar la producción de petróleo a 4 millones de barriles diarios, frente a los 1,6 millones actuales, y aprovechar los aproximadamente 200 billones de pies cúbicos de reservas de gas del país para suministrar la tan necesaria electricidad.

“Tenemos enormes reservas de gas en Nigeria y tenemos que ser capaces de aprovechar esos recursos para desarrollar la economía del país“, declaró Ajayi a CNN Business, añadiendo que, además de la generación de energía, el gas también será crucial para desarrollar industrias como la petroquímica y los fertilizantes.

La ley también sienta las bases para el desarrollo de la capacidad de refinado de petróleo, lo que permitiría a Nigeria dejar de importar prácticamente todo su combustible a un costo enorme.

Pobreza energética en África
El África subsahariana es hogar de tres cuartos de los 760 millones de personas que no cuentan con acceso a electricidad en el mundo. Los porcentajes indican el número de personas que tienen acceso a la electricidad en sus hogares.
Fuente: Banco Mundial Crédito: Byron Manley, Krystina Shveda, Henrik Petterson, CNN.

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El cambio no puede llegar lo suficientemente rápido en un país donde unos 90 millones de personas, o más del 40% de la población, no tienen acceso a la electricidad y más de 80 millones viven con menos de un dólar al día.

“Nigeria pronto, sin duda antes de 2050, tendrá una población mayor que la de Estados Unidos, pero tiene menos del 1% de la capacidad de generación de electricidad de este país”, afirmó Todd Moss, director ejecutivo de Energy for Growth Hub, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la energía para el desarrollo con sede en la ciudad de Washington.

La capacidad de generación de energía instalada en Nigeria es de unos 13 gigavatios, pero solo llegan a los usuarios finales unos 4 ó 5 gigavatios debido a descomposturas en la transmisión y distribución. En comparación, Estados Unidos cuenta con más de 1.000 gigavatios de capacidad de generación eléctrica a escala comercial.

“Nigeria necesita mucha más energía”, añadió Moss.

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No se pueden dar el lujo de esperar

Las ambiciones energéticas de Nigeria se enfrentan a una campaña mundial por parte de bancos, fondos de pensiones e instituciones financieras de desarrollo para limitar o detener por completo las inversiones en combustibles fósiles, en línea con los objetivos de emisiones netas cero.

“Están dando prioridad a las emisiones globales sobre las necesidades de desarrollo de África”, dijo Moss.

En toda el África subsahariana, los proyectos de gas natural están “cada vez más amenazados por la falta de financiación para el desarrollo”, según el vicepresidente de Nigeria, Yemi Osinbajo.

“Los esfuerzos por restringir las inversiones en combustibles fósiles en África son aún más difíciles de digerir porque muchos de los países ricos que los respaldan, incluyendo Japón, el Reino Unido y Estados Unidos, incluyen el gas natural en sus propios planes de varias décadas para la transición a la energía limpia”, escribió Osinbajo recientemente en Foreign Affairs.

El Banco Europeo de Inversiones dejará de financiar proyectos energéticos con combustibles fósiles a partir de finales de este año, con algunas excepciones para las centrales eléctricas de gas, mientras que el Banco Mundial, el mayor proveedor de financiación climática para los países en desarrollo, está avanzando hacia la restricción de sus inversiones en combustibles fósiles, según Reuters.

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El CDC Group dejará de invertir en la mayor parte de las industrias del carbón, el petróleo y el gas, según su reciente política sobre combustibles fósiles. CDC Group considerará la posibilidad de invertir en energía de gas cuando haya “grandes necesidades energéticas insatisfechas” y si éstas son coherentes con un camino hacia la energía neta cero, según Amin.

Las medidas de estas instituciones para restringir la financiación de los combustibles fósilesse producen a pesar de que el Reino Unido depende del gas para alrededor de dos tercios de su electricidad, mientras que la Unión Europea tiene actualmente proyectos de gas por valor de € 87.000 millones (US$ 102.000 millones), según un informe del Global Energy Monitor.

En Estados Unidos, el gas natural representa el 40% de la generación de electricidad a escala de servicios públicos, mientras que el carbón, la energía nuclear y las energías renovables aportan alrededor del 20% cada una, según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés).

Paneles solares en el tejado de una boutique de Lagos, Nigeria.

Al igual que Estados Unidos, Europa y Reino Unido, Nigeria considera que las energías renovables tienen un papel destacado, a pesar de sus inversiones en energía de gas.

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El gobierno tiene como objetivo generar 32 gigavatios de energía en la red para 2030, con un 43% de energías renovables y un 41% de gas.

Si se incluye la capacidad fuera de la red, el gas y las energías renovables aportarán aproximadamente un 30% cada una a la capacidad de generación de energía prevista de 45 gigavatios.

“En Nigeria, la energía limpia es fundamental para el plan de nuestro gobierno para la transición hacia las emisiones netas cero”, continuó Osinbajo, el vicepresidente. “Pero nuestros ciudadanos no pueden verse obligados a esperar a que bajen los precios de las baterías o se creen nuevas tecnologías para tener una energía fiable y vivir una vida moderna y digna”.

En el África subsahariana viven tres cuartas partes de los 760 millones de personas que carecen de acceso a la electricidad en todo el mundo, según el Banco Mundial, que prevé que esa cifra aumente como consecuencia de la pandemia. Menos de la mitad de la población tiene acceso a la electricidad en sus hogares.

En Nigeria, la pobreza energética es en sí misma un importante motor de emisiones, según Olu Verheijen, fundador de la empresa de asesoramiento energético Latimer Energy, con sede en Lagos. Dada la escasez y la falta de fiabilidad del suministro existente, muchos hogares y empresas dependen de generadores diésel para el suministro de energía de reserva, mientras que la falta de acceso a tecnologías modernas para cocinar es un importante factor de deforestación.

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“Si se cuenta con enormes reservas de gas que ya se han comercializado, tiene sentido ampliar esa infraestructura existente para satisfacer las necesidades energéticas, diversificar la economía y sacar a los ciudadanos de la pobreza”, dijo Verheijen.

Unos jóvenes trabajan en unos generadores en un taller de Maiduguri, en el noreste de Nigeria.

El potencial de las energías renovables en África

La iniciativa Solar Power Naija del gobierno de Nigeria, que tiene como objetivo implementar 5 millones de nuevas conexiones basadas en la energía solar para 2023, pone de manifiesto lo difícil que es ampliar rápidamente las soluciones renovables.

El programa ampliará el acceso a la energía a 25 millones de personas, proporcionando energía a apenas el 28% de los nigerianos que no tienen acceso actualmente. Y aunque es un paso en la dirección correcta, los paneles solares en los tejados no son necesariamente adecuados para alimentar a las grandes empresas industriales, que requieren mucha más electricidad que la necesaria para encender una bombilla o cargar un teléfono.

Sin embargo, la tecnología renovable se está desarrollando a gran velocidad y esto solo puede ser benéfico para África.

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Mark Carrato, que coordina el programa Power Africa de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), ve un enorme potencial para suministrar electricidad a África de una manera climáticamente inteligente.

Desde su lanzamiento en 2013, Power Africa ha suministrado electricidad a más de 118 millones de personas en el continente, conectando 25 millones de hogares y empresas a soluciones energéticas dentro y fuera de la red. Más de tres cuartas partes de las operaciones que ha cerrado se basan en tecnologías renovables.

“En casi todos los casos, proyecto por proyecto se ve una solución de renovables que es más barata”, dijo a CNN Business.

Carrato sostiene que los combustibles fósiles pueden ofrecer soluciones a corto plazo para las necesidades energéticas, pero podrían terminar siendo una carga para los países más pobres a largo plazo por el aumento de los costos de financiación y el problema de los “activos varados”, en los que las infraestructuras se quedan obsoletas al ser sustituidas por tecnologías renovables más limpias y baratas.

“El costo del capital para la producción de combustibles fósiles no va a hacer más que aumentar”, dijo Carrato.

Por otro lado, el costo de las tecnologías renovables está disminuyendo rápidamente. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables, el costo de los grandes proyectos solares a escala de servicios públicos disminuyó un 82% entre 2010 y 2019, mientras que el costo de la energía eólica terrestre bajó un 40%.

También se espera que el costo de las tecnologías de almacenamiento de electricidad, que serán cruciales para facilitar una “descarbonización profunda”, incluso en sectores como el transporte y la construcción, disminuya considerablemente de aquí a 2030.

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África está bien posicionada para beneficiarse de ello. El potencial estimado del continente para generar energía renovable a partir de las tecnologías existentes es 1.000 veces mayor que su demanda de electricidad prevista para 2040, según IRENA.

“Las energías renovables, incluyendo el hidrógeno verde, podrían sustituir a las exportaciones africanas de carbón, petróleo y gas”, afirmó en un informe reciente con los bancos de desarrollo alemanes KFW y GIZ.

Pero para aprovechar el potencial de las energías renovables, la media de las inversiones anuales en el sistema energético africano debe duplicarse de aquí a 2030 hasta alcanzar aproximadamente US$ 65.000 millones.

Aunque hay buenas razones para ser optimistas sobre el potencial de África para dejar de lado las tecnologías de combustibles fósiles en favor de fuentes de energía más limpias, el tipo de tecnología renovable que puede impulsar rápidamente el desarrollo industrial, para dotar de energía a las fábricas, alimentar las redes de transporte y logística y permitir que la economía digital prospere, aún no está disponible comercialmente a escala.

Mientras tanto, algunos analistas afirman que África necesita energía confiable y asequible. “Es absolutamente indefendible sostener la posición de que los países africanos y la población africana deben esperar hasta que bajen los costos de almacenamiento [de las baterías]. Parece inmoral y un poco indignante”, dijo Moss, del Centro de Energía para el Crecimiento.

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La refinería de petróleo y la planta de fertilizantes de Dangote Industries, en construcción, en las afueras de Lagos, Nigeria. Créditos: Tom Saater/Bloomberg

Las redes eléctricas existentes en África también son fundamentalmente diferentes a las de los mercados desarrollados más avanzados, que pueden absorber una cantidad importante de energía intermitente. Esto significa que en algunos casos, sin duda en el caso de la producción de energía en Nigeria, el gas desempeña un papel importante.

“La energía solar no conectada a la red está bien, pero no es suficiente para la industria, para las grandes ciudades y definitivamente no va a impulsar la creación de empleo que Nigeria también necesita”, añadió Moss.

“Cuando hablamos de pobreza energética en África, nos referimos a conseguir que los pobres tengan una bombilla en su casa“, continuó.

“Ese es el primer paso en la escalera energética, eso no es energía moderna. La energía para el crecimiento es la energía que se necesita en la economía en general, utilizada fuera del hogar, que puede impulsar mayores ingresos, pero sobre todo la creación de empleo”.

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Una transición justa

Para que el mundo esté en condiciones de alcanzar las emisiones netas cero a mediados de siglo, la Agencia Internacional de la Energía calcula que la inversión anual en energías limpias en las economías emergentes y en desarrollo debe multiplicarse por más de siete hasta alcanzar el billón de dólares anuales en 2030.

En la actualidad, estas economías representan solo una quinta parte de la inversión mundial en energía limpia y pagan tasas de interés para obtener préstamos que son hasta siete veces más altos que en Estados Unidos o Europa.

Los países desarrollados también se quedaron a US$ 20.000 millones de cumplir el compromiso de canalizar US$ 100.000 millones al año para 2020 para ayudar a los países en desarrollo a hacer frente al cambio climático.

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“En muchas economías emergentes y en desarrollo, las emisiones van en aumento mientras las inversiones en energías limpias se tambalean, lo que crea una peligrosa fractura en los esfuerzos mundiales para alcanzar los objetivos climáticos y de energía sostenible”, dijo el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol, en un informe reciente.

“Los países no están empezando este viaje desde el mismo lugar: muchos no tienen acceso a los fondos que necesitan para hacer una transición rápida hacia un futuro energético más saludable y próspero, y los efectos perjudiciales de la crisis de COVID-19 están durando más en muchas partes del mundo en desarrollo“, añadió.

En la carrera por resolver la crisis climática, existe un claro riesgo de que se sacrifiquen las necesidades de desarrollo de los países pobres en pos de los objetivos globales de emisiones.

Nigeria podría ser el campo de prueba.

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