Por Andrea Moreno Espinosa

Nuevos síntomas que experimentan quienes se han recuperado de la enfermedad, hasta secuelas tanto psicológica como física. Lo cierto es que la piel también se ve afectada por el virus.

La última secuela está relacionada a la pérdida de cabello. Algunos pacientes que cursan la enfermedad se enfrentan a esta expresión corporal por SARS-CoV-2. Una manifestación que según los primeros estudios, estaría relacionada más bien al ambiente que deben enfrentar los pacientes: mucho estrés y, en ciertos casos, eventos traumáticos.

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Édgar Ollague, director del área de Tricología de la Clínica Dermatológica Ollague, explicó que en algunos casos de alopecia nerviosa que han sido frecuentes es la asociación de COVID-19, pero no porque se relacione directamente a la infección del virus sino por el ambiente que el paciente vivió, el estrés o alguna pérdida familiar, consignó al medio El Universo.

Actualmente, ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) tampoco el mundo científico han calificado la pérdida de pelo como un síntoma de coronavirus, pero la realidad en las consultas parece disociar de aquello. Pues un alto número de personas presenta esta caída.

Tiende a ser en personas que tienen casos bastante graves que lo hemos visto”, dijo a Business Insider el doctor Nate Favini, el líder médico de  Forward , donde se adjunta datos sobre pacientes con coronavirus en todo el país.

Así, en el organismo se produce lo denominado “efluvio telógeno”, una condición, que provoca que el pelo no crezca y se caiga. Esto, en un tiempo posterior a tres meses vivido del cuadro traumático. Manifestación que provoca la caída de tres veces más lo que pierde una persona sin este padecimiento.

En conversación con la académica Facultad de Ciencias de la Salud, UCEN, Verónica Collao, asegura que la caída de cabello tiene una relación directa e indirecta. Primero, porque la enfermedad COVID-19 afecta el sistema inmunológico, toda nuestra primera línea e incluso la segunda se ve afectada. En la primera está dada por la piel, las mucosas, secreciones, microbionta y la segunda línea por los glóbulos blancos, monocitos y células.

“El sistema inmunitario también regula el ciclo folicular, entonces por un lado tenemos afectado el sistema inmunitario que está trabajando contra este virus, en este caso, la primera línea va a tener un impacto porque el sistema inmunitario ayuda a activar el folículo. Por otro lado, de forma indirecta, cualquier tipo de estrés afecta también la producción a nivel capilar. El estrés de enfermarse o la situación mundial. Y el tercer factor se debería a la alimentación. Si una persona enferma por COVID-19 no tiene una alimentación balanceada y ahí las vitaminas influyen en la producción de los folículos, y si hay una deficiencia en ella o de las proteínas del hierro, también habría un impacto”, mencionó Collao.

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Así, Verónica dice que es multicausal. Respecto a qué tan preocupante puede ser la regeneración, este si lo sería. “Va a depender. Si es causa de estrés, de la alimentación, se regenera. Pero si hay daños a nivel folicular pudiera no haber regeneración. Va a depender del impacto y de qué manera el organismo responde, si produce una respuesta autoinmune y destruye el folículo no hay regeneración, pero si hay sólo inflamación y esta pasa, va a haber. Lo más probable es que siempre exista”, agregó Collao.

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