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La idea de que nuestra galaxia es infinita llegó a su fin. Un nuevo trabajo encuentra que la Vía Láctea se extiende por casi 2 millones de años luz, más de 15 veces más ancha que su disco espiral luminoso. El número podría conducir a una mejor estimación de cuán masiva es la galaxia y cuántas otras galaxias la orbitan.

Los astrónomos saben desde hace tiempo que la parte más brillante de la Vía Láctea, el disco de estrellas que alberga el Sol, tiene unos 120 mil años luz de diámetro.

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Más allá de este disco estelar, hay un disco de gas. Un vasto halo de materia oscura, presumiblemente lleno de partículas invisibles, envuelve ambos discos y se extiende mucho más allá de ellos. Pero debido a que el halo oscuro no emite luz, su diámetro era difícil de medir.

Ahora, Alis Deason, astrofísica de la Universidad de Durham en Inglaterra, y sus colegas han usado galaxias cercanas para localizar el borde de la Vía Láctea. El diámetro preciso es de 1.9 millones de años luz, más o menos 0.4 millones de años luz, informa el equipo en un artículo publicado en arXiv.org.

Una idea de la inmensidad

Para poner ese tamaño en perspectiva, imagine un mapa en el que la distancia entre el sol y la Tierra sea de solo una pulgada. Si el corazón de la Vía Láctea estuviera en el centro de la Tierra, el borde de la galaxia estaría cuatro veces más lejos de lo que realmente está la luna.

Para encontrar la ventaja de la Vía Láctea, el equipo de Deason realizó simulaciones por computadora de cómo se forman las galaxias gigantes como la Vía Láctea.

En particular, los científicos buscaron casos en los que dos galaxias gigantes surgieron juntas, como la Vía Láctea y Andrómeda, nuestro vecino gigante más cercano, porque la gravedad de cada galaxia tira de la otra.

Las simulaciones mostraron que justo más allá del borde del halo oscuro de una galaxia gigante, las velocidades de las pequeñas galaxias cercanas caen bruscamente.

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Utilizando las observaciones existentes del telescopio, Deason y sus colegas encontraron una caída similar en las velocidades de las galaxias pequeñas cerca de la Vía Láctea. Esto ocurrió a una distancia de aproximadamente 950,000 años luz del centro de la Vía Láctea, marcando el borde de la galaxia, dicen los científicos. El borde está 35 veces más alejado del centro galáctico que el Sol.

Aunque la materia oscura constituye la mayor parte de la masa de la Vía Láctea, las simulaciones revelan que las estrellas también deberían existir a estas distancias lejanas.

Ambos tienen una ventaja bien definida“, dice Deason. “El borde de las estrellas es muy agudo, casi como si las estrellas se detuvieran en un radio particular”.

En el futuro, los astrónomos pueden refinar la ubicación del borde de la Vía Láctea descubriendo pequeñas galaxias adicionales cercanas.

Los astrónomos también podrían buscar estrellas individuales en el límite, dice Mike Boylan-Kolchin, astrofísico de la Universidad de Texas en Austin que no participó en el estudio. Las estrellas más lejanas serán muy tenues, pero las observaciones futuras deberían poder encontrarlas.

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La medición también debería ayudar a los astrónomos a descubrir otras propiedades galácticas. Por ejemplo, cuánto más grande es la Vía Láctea, más masiva es, y más galaxias deberían girar a su alrededor, dice Rosemary Wyse, astrónoma de la Universidad Johns Hopkins que no formó parte del nuevo trabajo.

Hasta ahora, hay unos 60 satélites conocidos de la Vía Láctea, pero los astrónomos sospechan que muchos más esperan ser descubiertos.

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