Todo cambió en el modo de apreciarnos desde que las redes sociales gobiernan nuestras vidas. Más que apoyos y parabienes, los likes se transformaron en un referente de nuestra sociabilidad. ¿Qué tan lejos puede llegar nuestra interacción en redes sociales? ¿Para qué utilizan nuestros datos hoy?

Pese a lo grandilocuente de estas preguntas, el principal problema está en que, al acceder a ellas, se genera un pacto implícito que entrega parte de tu vida al dominio público a cambio de “ser alguien”.

Allí es cuando surge la Big Data. En términos técnicos, se trata de grandes masas de datos que no logran ser procesados de formas tradicionales.

En lo formal -y lo que nos importa-, es el método de analizar las “huellas” de todo lo que hacemos a través del mundo digital: ya sea enviar un mensaje, hacer una llamada o realizar una transferencia bancaria.

Las ventajas de este nuevo sistema son, según expertos, las tres “V”: volumen, variedad y velocidad. Ello permite que, por ejemplo, en la vida cotidiana sitios como Spotify arrojen canciones de nuestro gusto.

En el mundo de los negocios, por otra parte, se puedan conocer mejor las necesidades de los clientes y, así, innovar y entregar un mejor producto o servicio.

De este modo, también se aplica la Big Data para tener referencias de “lo que piensa la gente” en una elección presidencial o para generar políticas públicas.

El escándalo de Cambridge Analytica

Lo que en realidad preocupa de la Big Data son las consecuencias que pueden generar. Primero, porque al tratarse de algoritmos que dan cuenta de patrones que se repiten hay datos que se invisibilizan y, al momento de proyectar, podría generar errores por no considerar ciertas informaciones. Por otra parte, al rastrear tu vida a través de Internet, lo que haces o dejas de hacer podría afectar negativamente a la imagen que se tiene de ti.

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El tema es uno de los más relevantes en términos de privacidad de datos y explotó cuando Washington DC demandó a Facebook por el escándalo de Cambridge Analytica, donde afirmaron que se utilizaban los datos personales de más de 50 millones de usuarios sin su permiso.

Tras una investigación realizada por The Observer y The New York Times en marzo de 2017, se descubrió que la compañía había permitido a la consultora política  acceder a los datos de las cuentas de Facebook. Datos que se utilizaron supuestamente para manipular las elecciones presidenciales de 2016.

“Facebook no protegió la privacidad de sus usuarios y los engañó sobre quién tenía acceso a sus datos y cómo se utilizaron”, dijo el fiscal general de Washington DC, Karl Racine, en una declaración publicada el 19 de diciembre. “Facebook pone a los usuarios en riesgo de manipulación al permitir que compañías como Cambridge Analytica y otras aplicaciones de terceros recopilen datos personales sin el permiso de los usuarios”, agregó.

Pero las preocupaciones sobre el intercambio inapropiado de datos de Facebook no se detienen ahí. El 18 de diciembre, The New York Times informó que Facebook también le dio a Netflix y Spotify la capacidad de leer e incluso eliminar los mensajes privados de los usuarios, como se describe en cientos de páginas de documentos de la red de Mark Zuckerberg obtenidos por la publicación.

Tras el caso en el tribunal y las nuevas acusaciones, las acciones en el gigante de los medios sociales cayeron un 6,8%, eliminando $22 mil millones de su valor de mercado.

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La perspectiva humana que hace falta

La etnógrafa en tecnología global, Tricia Wang, invitada al Congreso Futuro 2019, lleva 20 años investigando la evolución social de Internet en China y Estados Unidos. En sus charlas, populariza la necesidad de que las empresas conozcan e integren la Big Data. O como ella lo llama: “Think Data”. 

Y el tema no solo es político, si piensas que subir las fotos de tu Cuarto de Libra de McDonald’s o el café venti de Starbucks es gracioso, una Isapre podría encarecer los costos de tu plan si ve que no cuidas la alimentación o no haces ejercicio.

O si eres de aquellos que disfrutan informando sus estados de ánimo, tu empleador podría pensar que eres bipolar y considerar que no sirves para el cargo. ¿Bueno o malo? He ahí el dilema.

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