Conocido como huiro o sargazo, el alga parda Macrocystis pyrifera, es quizás, el organismo vivo de mayor envergadura del planeta. Con tallas que pueden superar los 70 metros, tiene una distribución que se extiende por casi toda la costa del océano Pacífico del continente americano y en la mayoría de las islas subantárticas.

Esta macroalga es capaz de conformar sistemas ecológicos que permiten la alimentación, reproducción y refugio a cientos de especies marinas, que cohabitan en los llamados “bosques de huiro”.

Si bien constituye una especie de gran importancia para el ecosistema marino, poco se sabe de su verdadera capacidad de adaptabilidad que presenta ante los cambios del ambiente, cualidad que está siendo estudiada por científicos del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh).

En el invierno del 2018, un grupo de investigadores realizó una expedición al canal Beagle, en la Región de Magallanes, con el fin de evaluar la dinámica poblacional y la fisiología de estas macroalgas presentes en el fiordo Yendegaia, para verificar cómo responde a la variación de factores ambientales, considerando los diferentes gradientes de influencia glacial (temperatura, salinidad, sedimento) del sector. En julio de este año, los científicos nuevamente se embarcaron en una expedición al mismo sector.

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“La idea de esta campaña fue complementar la investigación que se viene realizando desde el año pasado y confirmar que los bosques de huiro están respondiendo a factores de cambio (estrés ambiental), gracias a su capacidad de generar compuestos antiestrés que permiten ajustar su metabolismo a estos gradientes”, comentó el Dr. (c) Mauricio Palacios, biólogo del Centro IDEAL.

Para ello, se realizó un análisis de compuestos fenólicos (sustancias presentes en las algas pardas) que les permite generar una respuesta de resistencia frente a fuertes variaciones de las condiciones del ambiente como la luz, radiación UV o el freshening, fenómeno resultado del deshielo de los glaciares como respuesta al calentamiento global y que pone a prueba constante a la vida de Macrocystis pyrifera.

El equipo de investigación, liderado por el Dr. Luis Pardo, quien estudia los organismos que viven asociados a estos bosques de huiro, trabajó en un espacio marítimo de doce kilómetros de largo.

Palacios destacó la importancia de los bosques de huiro para el ecosistema marino austral. “Son sistemas estables, lo que les permite albergar una alta diversidad biológica. Trabajan como especies paraguas, dando estabilidad ambiental (refugio y lugar de reproducción) para otros cientos de organismos que viven dentro de estas comunidades”, dijo.

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Además de estos estudios, el equipo busca realizar una caracterización de macroalgas -detectando cobertura y diversidad- con el fin de obtener una primera aproximación fisiológica de algas del fiordo Yendegaia.

Este barrido de información es apoyado por un drone submarino, con capacidad de profundidad de 80 metros, en alianza con la Escuela de Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Oxford, lo que permitirá ahondar en temáticas de teledetección, actividad que será desarrollada por la estudiante de doctorado Alejandra Mora, quien formó parte de expedición científica.

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