Los Hippocampus son una especie única en forma, tamaño y comportamiento. A diferencia de otros animales acuáticos, son monógamos y sus parejas duran para toda la vida. Habitan en aguas tropicales y templadas de todo el mundo, y pueden vivir hasta cinco años. Son carnívoros y su tamaño oscila entre 1,5 y 35 centímetros.

Una de sus grandes particularidades, es que los machos incuban los huevos que pronto serán sus crías. Estos, poseen una bolsa abdominal en su parte delantera, y durante el apareamiento, las hembras depositan en ellas sus huevos, que ellos fecundarán posteriormente. Es en esta zona de su organismo donde los incuban, y tras ello, salen diminutos caballitos de mar al agua.

“Es un rasgo único en el reino animal. Atendiendo a la biología reproductiva es lo que salta a la vista”, aseguró al diario El País, Miquel Planas Oliver, miembro del Instituto de Investigaciones Marinas de España (IIM-CSIC).

En función del tamaño de cada ejemplar, varía la cantidad de huevos que pueden fabricar e incubar. Los caballitos más pequeños no superan los 30, mientras que los más grandes alcanzan los 2.000. Si todo sale bien y controlado, pueden nacer todos vivos. Sin embargo, si las condiciones ambientales y de alimentación no son las adecuadas, el Hippocampus es capaz de reabsorber los nutrientes que tienen los huevos de tal modo que se reduce la cantidad. “Muchas veces, el número de nacimientos no corresponde con los huevos que produce la hembra”, explicó Planas.

El especialista también destacó que en el caso de los caballitos de mar, la sincronización entre la pareja es total. Una hembra produce huevos por lotes sucesivos y los pasa al macho, un ciclo que se puede repetir unas seis u ocho veces a lo largo del año. Mientras ella los madura, él tarda lo mismo en gestar los caballitos que ya tiene en su saco. “Se ahorra tiempo porque los dos trabajan. Es un ejemplo clave de la eficiencia reproductora”.

El tiempo de gestación alcanza entre las dos y cinco semanas, lo que es mucho tiempo en comparación con otros animales marinos, como el rodaballo o la dorada, que sacan larvas pequeñas y ciegas en apenas cinco días. Sin embargo, “cuando sale un caballito de mar ya está perfectamente desarrollado”, asegura Planas.

Debido a la morfología de sus cuerpos, no son buenos nadadores y pueden llegar a morir del cansancio cuando se desplazan a contracorriente. Su propulsión se basa en el desplazamiento de su aleta dorsal, que puede moverse 35 veces por segundo y como “timón” utilizan las pectorales.

Además, usan sus colas para quedar anclados a los corales y a las algas del fondo marino. Con sus hocicos alargados se alimentan de plancton y pequeños crustáceos. De hecho, el Hippocampus, puede llegar a comerse unas 3.000 artemias al día.

Al borde de la extinción

Se contabilizan más de 35 tipos diferentes de caballitos de mar. Sin embargo, la contaminación y el deterioro de sus hábitats, así como la pesca masiva, están llevándolos al borde de la extinción. Uno de los grandes problemas es el negocio que hay detrás de estos animales marinos y que vive un auge sin precedentes.

Son usados frecuentemente por la medicina en China, Japón y Corea, ya que se les considera útiles para el tratamiento contra el asma, la disfunción sexual, la depresión, el asma y la incontinencia. Su demanda se ha disparado en las últimas décadas y es una de las principales razones, por las que terminan cada año en las redes de pescadores.

Aunque su comercio internacional fue prohibido en 2004 por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES) en Washington, en la actualidad todavía se pueden comprar Hippocampus secos entre los 600 y 3.000 dólares por kilogramo, en los mercados de Bangkok o Hong Kong.

Las compañías pesqueras de todo el mundo suplen la demanda, extrayendo directamente la especie, o bien mediante su pesca accidental utilizando redes de arrastre. Los datos apuntan a que para el año 2011, alrededor de 25 millones de caballitos de mar (70 toneladas) fueron intercambiados en el comercio internacional, en 77 países. Además de la medicina, el destino de estos animales varia entre acuarios, souvenirs y hasta comida gourmet.

A parte de la pesca, los caballitos de mar están amenazados, como mencionamos anteriormente, por otras causas relacionadas con la destrucción de sus ecosistemas. Esto, ya que habitan en praderas marinas, manglares y arrecifes de coral en costas poco profundas; lugares que son muy sensibles a la contaminación, al cambio climático y otros impactos ambientales.

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