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El corazón más grande del planeta; una máquina de bombear sangre de 181 kilogramos, late cerca de 13 veces por minuto. 

Esto de acuerdo al primer registro de unos científicos del latido del corazón de una ballena azul. El equipo documentó los ritmos gracias a unas copas de succión que mantuvieron al monitor cardíaco sujeto a un cetáceo que nadaba por la Bahía de Monterey en California, Estados Unidos. 

Esta es la primera vez que se registra el latir del corazón de una ballena de gran tamaño salvaje, y más aún, la más grande de todas: Las ballenas azules son el mamífero más grande que jamás haya existido en la Tierra. 

Los hallazgos podrían entregar pistas para delimitar el límite biológico del tamaño del corazón de la especie. Basados en sus registros. 

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Además entrega pista a los biólogos, en los patrones de alimentación de las ballenas, aseguran los autores del reporte en el paper publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences. 

Soporte de buceo

Los biólogos saben que las ballenas azules son las más grandes, pero no saben  son tan colosales. Además ¿cómo podría un sistema cardiovascular sostener a algo más grande que estas bestias de 200 toneladas? 

Otra pregunta que preocupó a los investigadores fue los hábitos de alimentación de estos cetáceos. Las ballenas azules se alimentan sumergiéndose cientos de metros bajo la superficie del mar para tomar grandes tragos de agua, esperando atrapar una gran cantidad de pequeños camarones llamados “krill”. Dichos viajes toman grandes cantidades de energía, por lo que el equipo tuvo curiosidad de cómo sus corazones podrían soportar tanto esfuerzo. 

Es por esto que los biólogos y oceanógrafos de California y Washington, le hicieron pruebas al corazón de una ballena de 15 años, similares a las de una consulta humana común, a través de un electrocardiograma. Cuando los científicos estuvieron cerca del animal, le ataron el aparato a la aleta del cetáceo. 

¿Mucho corazón?

Basado en el tamaño, peso y ritmo cardíaco de otros mamíferos, los investigadores esperaban que las pulsaciones de este espécimen masculino adulto estuviera cerca de los 15 latidos por minuto. En promedio, tuvieron razón. 

Sin embargo, la ballena se balanceó entre dos extremos. Sus zambullidas bajaron sus ritmos cardíacos de cuatro a ocho pulsaciones por minuto en promedio, e incluso en ocasiones a dos latidos por minuto. 

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Además, subir de sus “sesiones de caza” aumentó, sorprendentemente, el ritmo de sus corazones, de 30 a 37 veces por minuto. Los investigadores creen que estas diferencias extremas podrían significar que el corazón de las ballenas es el más grande, en tanto a la escala de posibilidades biológicas.

Un organismo más grande que la ballena azul no sería capaz de encontrar la energía necesaria para sobrevivir.  

Los cambios en los ritmos además entregaron algunas pistas de cómo el corazón de las ballenas soportan el estrés de sumergirse. El latido “super-lento” que alcanzan las ballenas al fondo de sus zambullidas sugiere que la arteria principal, responsable de mover la sangre del corazón al resto del cuerpo, se alarga para acomodarse a la presión extrema de las profundidades. 

Debido a que el corazón no late más rápido para entregar más oxígeno en estos viajes, el equipo no fue capaz de descifrar cómo las ballenas obtienen la energía o el oxígenos para realizar su caza. 

Según Discover Magazine, los trabajadores de esta investigación buscan indagar en los hábitos de otros cetáceos, y su ritmo cardíaco.

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