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El estudio genético del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad del COVID-19, empezó tan pronto se supo de la pandemia. Científicos mapearon el genoma en tiempo récord para conocer más sobre este misterioso y mortal virus.

De esas investigaciones, se desprende el análisis de más de 15 mil genomas del SARS-CoV-2. En ellas, científicos encontraron más de 6 mil mutaciones, un proceso común en la genética de los virus. Pero, algo llamó la atención de los investigadores. 

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Las mutaciones en este tipo de organismos suelen ser aleatorias, pero en las del SARS-CoV-2 hay algunas que no parecen al azar y se piensa fueron causadas por una proteína humana llamada APOBEC. Una conocida por afectar el código genético de los virus, que infectan las células humanas. Los hallazgos fueron publicados en la revista Molecular Biology and Evolution.

He examinado los perfiles mutacionales de muchos organismos y todos muestran algún tipo de sesgo, pero nunca he visto uno tan fuerte y extraño como este“, dijo en un comunicado el profesor Laurence Hurst, director del Centro Milner para la Evolución de la Universidad de Bath y autor principal del estudio.

Imagen de computadora del coronavirus

El resultados del análisis de miles de mutaciones del SARS-CoV-2, lleva al equipo a pensar que la proteína humana APOBEC está causando cambios en una de las bases nitrogenadas del ARN del virus, por lo que algunas versiones de éste están sobreviviendo mejor en las células del paciente infectados que otros.

La investigación actual, realiza experimentos que buscan confirmar que es posible alterar el SARS-CoV-2 directamente para crear una versión atenuada, una que no pueda dañarnos pero que pueda entrenar nuestras células inmunes.

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Con este hallazgo, aseguran los investigadores, se podría ampliar el conocimiento científico orientado a desarrollar terapias y vacunas contra el COVID-19.

“Saber qué selección favorece y desfavorece en el virus, es realmente útil para comprender cómo debería ser una versión atenuada“, agregó el profesor Hurst. “Sugerimos, por ejemplo, que aumentar el contenido de U (uracilo, una de las bases nitrogenadas del ARN), como lo hace APOBEC dentro de nuestras células, sería una estrategia sensata”.

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