Por María Jesús Cardemil

Las altas temperaturas, las condiciones secas y el viento, son parte de los factores que han alimentado los 22 focos de incendio en California, Estados Unidos. Hasta el momento, la zona sufre un récord de 800 mil hectáreas quemadas por incendios forestales, ocho personas fallecidas y más de 3.300 estructuras destruidas.

Cientos de habitantes han sido evacuados en helicópteros y más de 14 mil bomberos trabajan para controlar las llamas. El número de incendios va en aumento, mientras dicho estado sufre una preocupante ola de calor. De hecho, el barrio Woodland Hills, de la ciudad de Los Angeles, ya ha alcanzado los 49,4 grados centígrados.

Los incendios forestales son algo común en California y a contar del mes de septiembre, se da inicio a la temporada de alto riesgo. Sin embargo, con el tiempo han ido aumentado. El año pasado -en esta misma época- California tuvo 4.927 incendios que quemaron 47.753 hectáreas, según informó el gobernador Gavin Newsom. En lo que va de 2020, ya han registrado 7.606 focos de distintos incendios.

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El fuego descontrolado en terrenos forestales y silvestres, no es algo que solo esté ocurriendo en Estados Unidos. Se observa una situación igualmente grave en el Amazonas. De hecho, la superficie quemada desde enero hasta agosto de este año, alcanza los 19 mil kilómetros cuadrados. Esta cifra representa el 10% del bosque de la zona de El Pantanal, en Brasil.

En el caso de dicho territorio, la temporada de incendios comienza en julio y este año ha sido muchísimo más intensa. Además, la región vive una sequía histórica que según expertos, es causada por un desequilibrio climático. El Pantanal -un santuario de biodiversidad y riqueza natural- depende del agua que viene de los bosques del norte del estado de Matto Grosso, en la región amazónica de Brasil. En esta zona llueve cada vez menos, a causa de la deforestación y de la ampliación de tierras agrícolas.

Solo durante el año 2020 se han detectado alrededor de 63 mil incendios en la Amazonia, según informó el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) de Brasil. Recordemos que ya entre enero y agosto de 2019, la cantidad de incendios forestales en esa zona había aumentado en un 84% con respecto del mismo periodo de 2018.

¿Cuáles son los impactos?

El académico de la Universidad de Chile e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), Juan Ovalle, explica a Desafío Tierra que los incendios forestales de alta densidad son muy peligrosos porque queman a temperaturas y velocidades que escapan al control de las fuerzas de extinción, de los cortafuegos y otras técnicas de protección.

Tras los incendios ocurre una pérdida neta de biomasa vegetal, biomasa microbiana del suelo y pérdida de nutrientes del suelo: “Los cuales son el soporte físico, químico y biológico de un bosque”, afirma el también vocero de la Mesa Multisectorial por el Bosque Esclerófilo.

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A esto se suma la pérdida de animales y que muchas especies del bosque, no pueden recuperarse debido a que la misma sequía y el ataque de conejos y ganado impide que las semillas germinadas alcancen a convertirse en plantas jóvenes. “Numerosos estudios científicos evidencian la baja capacidad de autorecuperación del bosque esclerófilo después de un incendio”, dice Ovalle.

La coordinadora de campañas en Greenpeace, Estefanía González asegura a Desafío Tierra que la situación de incendios en California y el Amazonas son muy preocupantes. “Sobre todo porque es como ver el futuro de lo que podría ocurrir incluso en Chile en esta temporada de verano”.

Puntualiza que en el caso del Amazonas, el cambio en el uso de suelos y la deforestación para agricultura y ganadería, coinciden con los sectores que están más propensos a incendios. Sobre la situación de California, afirma que están en un verano con muy altas temperaturas, existen muchos bosques y árboles que se transforman finalmente en material combustible.

Políticas públicas

Frente a cómo podemos mejorar el escenario, Juan Ovalle asegura que se requiere un cambio de paradigma, una visión preventiva e integradora del territorio con políticas que fomenten la creación de paisajes resistentes al fuego (paisajes resilientes). “Pero que al mismo tiempo aseguren un aprovechamiento sostenible de los recursos y la conservación de la biodiversidad asociada, lo que se conoce como una solución basada en la naturaleza”, dice el investigador CAPES.

Agrega que es importante que mujeres, hombres, abuelos y niños, “entendamos que evitar incendios forestales y cuidar el bosque es un beneficio directo para nuestro bienestar”. Significa mejorar la calidad de nuestro aire, reducir las inundaciones en invierno y conservar efectivos sumideros de CO2 atmosférico y metano. Además de mantener un espacio para el ocio y actividades al aire libre.

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Para la vocera de Greenpeace, las medidas hacia la protección de incendios forestales deben orientarse en la educación de la población y la generación de planes de mitigación. Uno de los elementos que Estefanía González, considera fundamental es “sobre todo avanzar en la política pública”.

Afirma que un sistema que ha demostrado ser eficaz en otros países, es prohibir que sobre los terrenos incendiados -donde había por ejemplo bosque nativo- se vuelva a construir. “Cuando la legislación no permite que sobre los bosques quemados se hagan otras actividades económicas después, disminuye la cantidad de incendios forestales”.

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