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La contaminación acústica aérea y de origen antropogénico lleva décadas siendo evaluada a través de normas y decretos, con el propósito de regular las emisiones de ruido producidas por el ser humano, tanto en ambientes comunitarios como laborales. Todo esto, con el fin de proteger específicamente la salud laboral y bienestar de las personas, sin embargo, el impacto del ruido en la fauna marina no había sido considerado.

Para el académico del Instituto de acústica de la U. Austral de Chile, el tema es preocupante y lo ha llevado a investigar mucho sobre los mamíferos marinos y en especial los cetáceos. “Los mamíferos marinos son especialmente sensibles al ruido debido a que poseen un sistema auditivo similar al del ser humano. Pero a diferencia de los humanos, el ruido en los mamíferos marinos puede provocar cambios de comportamiento de diferentes magnitudes y también provocar un enmascaramiento que no les permite la detección de sonidos importantes para ellos”, señala.

Asimismo Alfio Yori plantea que si se piensa que uno de los sentidos más desarrollados y a través del cual se comunican y navegan los mamíferos marinos es el auditivo, quiere decir que “para efectos de quienes viven bajo el agua, sus oídos son como los ojos para el ser humano. Si nosotros aceptamos eso, le vamos a dar importancia al tema del ruido como contaminante, porque es como si los dejáramos ciegos bajo el agua. Si bien no se ha podido demostrar, muchos casos de varamiento de estos cetáceos ha coincidido con pruebas entre comillas ruidosas. Podría ser que estos animales después del impacto sonoro queden afectados por este gran nivel de ruido y pierdan orientación, e incluso que se les generen burbujas de aire dentro de sus órganos lo que provoca finalmente su muerte”.

Ruido bajo el agua

La primera propuesta en relación al tema – en el 2015- tenía como objetivo medir el nivel de ruido que provoca la acción humana en los ríos de Valdivia y bajo el rótulo de “Evaluación del ruido antropogénico subacuático en el estuario del Río Valdivia” evaluaba las fuentes sonoras a través de un método de registro de campo, que consistió en recorrer el río registrando los niveles de ruido presentes. Para ello implementó un sistema de medición que consta de un kayak, hidrófono y micrófono sobre boya transportadora, más un software de análisis de datos.

“La primera conclusión es que sí tenemos fuentes de ruido de consideración bajo el agua. Es muy llamativo porque si tú caminas por el borde del río y pasan las embarcaciones, desde fuera se percibe muy poco ruido, es solo un motor a combustión con un tubo de escape, pero debajo del agua es increíble cómo aumenta el nivel de ruido, no porque el agua lo amplifique, sino porque el barco es más ruidoso debajo, que sobre el agua. Ahí me pude dar cuenta que el ambiente sonoro que encontramos debajo del agua no tiene ninguna relación con el ambiente sonoro sobre el agua”, explicó el académico de la U. Austral.

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Lo que este Doctor en acústica detectó es que el nivel de ruido que hay debajo del agua es totalmente distinto y va a afectar a seres diferentes de los que hay sobre el agua, con diversas sensibilidades al ruido, por lo tanto, “nos dimos cuenta que las metodologías de las mediciones que hacemos sobre el agua, no son válidas bajo el agua y que debemos investigar más el tema”.

Fuentes de mayor ruido

Según los estudios de Yori , las fuentes de mayor ruido son las embarcaciones, y cuanto más grandes son más ruidosas. “En realidad mientras mayor es la potencia del motor y, a medida que aumenta la velocidad va aumentando el ruido. Por eso es súper importante que en zonas donde hay especies protegidas como el Santuario de la Naturaleza, se debería regular la velocidad de las naves. Las embarcaciones son mucho más ruidosas que las fuentes de ruido que se ubican en la ribera del río fuera del agua.

“Hay algo interesante entre las embarcaciones de motor eléctrico y las de combustión que encontramos en nuestros ríos. Las embarcaciones eléctricas son menos ruidosas durante la navegación, no así durante las maniobras de atraque en el muelle”.

Sin legislación en contaminación acústica subacuática

“Una mirada muy antropocéntrica es la que existe en cuanto a cómo el ruido afecta solo al ser humano”, esa es la conclusión a la que llegó el investigador de la U. Austral Alfio Yori, para luego preguntarse “¿Qué pasa bajo el agua?, y qué pasa con los seres vivos que hay bajo el agua”.

“He leído e investigado bastante y en ciertos países se hacen estudios, pero básicamente quedan dentro del ámbito académico, científico y no se ha generado una normativa internacional respecto de la protección de los seres vivos producto de la contaminación acústica bajo el agua. Lo que hay son algunas recomendaciones, por ejemplo, de la marina irlandesa, pero no llega más allá de eso y en Chile menos, no ha habido ningún trabajo publicado y por eso creo que mi proyecto es el primer trabajo que aborda la contaminación acústica bajo el agua”, señala el Doctor en acústica.

A fines del 2018, el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) conformó una mesa técnica de trabajo dirigida a abordar el problema de la contaminación acústica subacuática en Chile y la protección de la fauna marina. De esta forma, los proyectos que ingresen al Sistema de Evaluación Ambiental (SEA) y, que potencialmente puedan producir un impacto acústico en el medio ambiente submarino, deberán demostrar la existencia o no de estos impactos y entregar las medidas de mitigación contempladas en sus proyectos, de ser necesarias.

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“Esta iniciativa del MMA ya está generando frutos, ya que algunas consultoras ligadas a nuevos proyectos ingresados al SEA, están considerando la contaminación acústica submarina y evaluando los futuros impactos de ésta sobre el entorno marino” señala el Dr. Yori.

Es así como diversas consultoras han solicitado al académico de Acústica UACh la realización de líneas de base de ruido submarino de proyectos que están siendo presentados al SEA. “El estudio de línea de base consiste en medir el nivel de ruido ambiente que existe en un lugar antes de implementar un proyecto nuevo. También, en caso de que existan fuentes de ruido previas al proyecto, caracterizarlas acústicamente. Estos datos son necesarios para determinar el área de influencia que tendrá el proyecto, en cuanto a el ruido submarino, y su impacto sobre la fauna marina” señala el académico.

Estas líneas de base se han realizado en la región de Magallanes y de la Antártica Chilena en puntos ubicados a varias horas de navegación desde las ciudades de Punta Arenas y Puerto Natales. “Lo importante aquí es que proyectos que no consideraban la contaminación por ruido bajo el agua, lo estén haciendo, y estén identificando como receptores a proteger a la fauna del sector, sujetos de conservación tales como delfines, ballenas, pingüinos, entre otras especies” agrega Alfio Yori.

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