Diversas teorías buscan encontrar qué métodos o elementos reducen las posibilidades de contraer el virus COVID-19. Sin embargo, una nueva respuesta parece haber llegado desde un inusual elemento: los lentes ópticos.

La investigación realizada en China fue publicada en la revista científica Journal of the American Medical Association (JAMA Ophtamology) y nos dice que las personas que usan lentes tendrían menos riesgos de padecer esta enfermedad, la cual se ha demostrado logra transmitirse principalmente a través de gotitas y contacto, pero los ojos también son considerados como una vía importante de infección.

El inicio de esta hipótesis surgió en un hospital chino, donde expertos notaron que al recinto acudían menos pacientes con miopía, especulando que la utilización de anteojos pudo incidir en esta baja tasa de incidencia.

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En este estudio se inscribió a todos los pacientes hospitalizados con COVID-19 en el Hospital Suizhou. Desde el 27 de enero al 13 de marzo de este año. De los 276 pacientes que ingresaron en un período de 47 días, sólo 16, es decir menos del 6%, tenían miopía y utilizaban sus lentes durante más de ocho horas al día.

Los autores del estudio señalaron que “el uso de gafas es común entre los chinos de todas las edades. Sin embargo, desde el brote de COVID-19 en Wuhan en diciembre de 2019, observamos que pocos pacientes con gafas fueron admitidos en la sala del hospital”.

Planteamos la hipótesis que los anteojos evitan o desalientan a los usuarios de tocarse los ojos, impidiendo así la transferencia del virus por esa vía. Los estudios demuestran que las personas se tocan los ojos involuntariamente unas 10 veces por hora”, manifestaron.

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Sin embargo, los investigadores recalcan que, aunque el estudio fue pequeño, con menos de 300 casos de contagios, lo cual es una pequeña fracción de los casi 30 millones de casos reportados alrededor del mundo, sí otorga una base para profundizar más en él.

Asimismo, reconocen que es demasiado pronto para sacar conclusiones de la investigación o para recomendar que la personas comiencen a usar protección ocular, además de las máscaras para reducir el riesgo de infección.

Precaución al interpretar resultados

El estudio estuvo acompañado por un comentario de la Dra. Lisa Maragakis, especialista en enfermedades infecciosas y profesora de la Universidad Johns Hopkins, quien llamó a tener cuidado a la hora de interpretar estas conclusiones.

“La investigación tiene cierta plausibilidad biológica, dado que, en los centros de salud, usamos protección ocular (…) Pero lo que queda por investigar es si la protección ocular en un entorno público, añadiría alguna protección más allá de las máscaras y el distanciamiento físico. Creo que todavía no está claro”, afirmó.

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Por otro lado, la Dra. Maragakis argumentó que los estudios observacionales como este tienen una serie de limitaciones inherentes, ya que existe la posibilidad de “diversas formas de sesgo en los datos y posibles variables de confusión”.

“Aunque es tentador concluir que todas las personas deben usar anteojos, gafas protectoras o un protector facial en público para protegerse los ojos y a ellos mismos del COVID-19, desde una perspectiva epidemiológica, debemos tener cuidado de no inferir una relación causal de un solo estudio observacional”, enfatizó.

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