Más de 3.000 personas en Suecia llevan un dispositivo electrónico implantado en la mano y se espera que durante los próximos años la cifra aumente.

Todo comenzó en 2015 cuando un movimiento pretendía mejorar la humanidad mediante la tecnología integrándola en el cuerpo.

Así es como los microchips, que en este caso son dispositivos implantables, tiene como objetivo facilitar la vida diaria. Permite, por ejemplo, acceder al lugar de trabajo o al gimnasio, sacar productos de una máquina o validar un pasaje de tren con tan solo un movimiento de la mano.

La forma de implantar estos dispositivos es a través de un inyector tipo jeringa, algo parecido a lo que ocurre cuando se colocan piercings. Generalmente estos dispositivos se suelen implantar entre el pulgar y el índice.

Sin embargo, pareciera que el mercado de los microchips sería cosa del pasado y estaría destinado a desaparecer debido a que serían superados por otros dispositivos más avanzados.

En el caso de los microchips están hechos para algunas actividades cotidianas, así lo explica Juanjo Tara, fundador de Dsruptive a La Vanguardia. “Un chip es como un teléfono tonto, te permite llamar y enviar mensajes, pero nuestros dispositivos son como si te implantaras un smartphone”.

Tara explica los alcances que podrían tener los nuevos dispositivos que permitiría guardar más información y darles diferentes usos. Por ejemplo, explica que su aparato almacena información de su perfil de Linkedin. “Si acerco la mano a tu teléfono, te sale mi perfil”. ¿Y pagos electrónicos? “Potencialmente”, dice Tara.

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