Por María Jesús Cardemil

La Relatora Especial de la ONU sobre los derechos humanos de los desplazados internos, Cecilia Jiménez- Damary, ha expresado a través de un comunicado: “Aquellos en campos o sitios colectivos a menudo se encuentran viviendo en condiciones de hacinamiento, en albergues de emergencia no adecuados ni física ni estructuralmente para la mitigación de la transmisión de la Covid-19. Su vulnerabilidad se incrementa en contextos de conflicto armado”.

 

Según la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), en el mundo hay más de 70,8 millones de personas que han debido migrar forzosamente por guerras, hambre o catástrofes naturales. Este grupo de mujeres, hombres, niños y ancianos, vive en espacios hacinados, empobrecidos e insalubres, que los hace altamente vulnerables a la pandemia del COVID-19.

 

Además, Jiménez- Damary  asgura que “los Gobiernos deben asegurar que todas las personas internamente desplazadas tengan acceso al agua, al saneamiento, a instalaciones de higiene personal, a alimentación y vivienda adecuadas. Deben ser informadas sobre los riesgos, la prevención y el tratamiento de la enfermedad. Aquellas personas que requieran tratamiento médico por COVID-19 deben tener acceso a cuidados de salud adecuados de manera oportuna y sin discriminación”.

 

Por ahora, solo con agua logramos controlar los contagios de COVID-19. Sin embargo, en lugares críticos como los campamentos de refugiados, la entrega de este recurso por parte de la asistencia humanitaria, se fija en cinco litros por persona al día. Cuando la situación se hace más estable en estos recintos, la proporción se estabiliza y pasa a ser de entre quince a veinte litros. Aún así, no se alcanza la cantidad mínima de agua recomendada por la OMS que es de 100 litros al día por persona al día.

 

¿Qué hacer entonces? En conversación con Futuro 360, la coordinadora de la Red de Pobreza Energética de la Universidad de Chile e investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, Anahí Urquiza, asegura que en estos casos la planificación y diagnóstico son fundamentales para “resguardar y proteger ciertos territorios que están más expuestos al contagio y entregar los servicios y los accesos a saneamiento que se requieran para poder mitigar el contagio”. Ya que sin un debido estudio y preparación para cada uno de los contextos, “lo que estamos haciendo es simplemente sacrificar a la población más vulnerable al no entregar las medidas y herramientas para que puedan enfrentar el contexto de la emergencia”.

 

Abastecimiento de agua en Chile

 

Según vaticina ACNUR, en los próximos cincuenta años, entre 250 y mil millones, serán las personas que abandonen sus hogares a causa del cambio climático. Ya se observan estos movimientos, por ejemplo, frente a las escasez hídrica y sequía que afecta a distintas zonas de nuestro país.

 

Rodolfo Sapiains, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico de FACSO U. Chile, afirma a Futuro 360 que: “La pandemia lo que hace es incrementar la vulnerabilidad de las personas que están migrando por situaciones de escasez hídrica u otros tipos de impactos por el cambio climático”. Además, asegura que en el caso de nuestro país esta crisis sanitaria, “Ha puesto en evidencia, una vez más, la desigualdad entre el campo y la ciudad. La desigualdad entre Santiago y las regiones. Y el hecho de que efectivamente la población que no tiene acceso al agua como lo tienen en las grandes ciudades, incrementa su vulnerabilidad esta vez frente a una enfermedad. Debido a que no pueden cumplir con una de las recomendaciones más importantes y básicas que es lavarse las manos frecuentemente, con agua limpia, con agua potable”.

 

En la misma línea, Urquiza explica que existe una población rural en que vive en asentamientos precarios y que no tiene acceso a agua potable. “Esto no les permite mantener las medidas de higiene mínimas para resguardarse frente a esta pandemia”. Agrega que “son territorios que no tienen acceso a agua y que son alimentados por camiones aljibes, camiones aljibes que contemplan cincuenta litros de agua por persona. Lo que es tremendamente insuficiente”.

 

“En Chile más de ciento treinta comunas no tienen agua potable. Significa que la principal campaña para evitar la expansión del contagio del coronavirus, se ve justamente frenada por no tener las condiciones mínimas de higiene y de salubridad”, expresa la antropóloga y miembro del Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), Francisca Fernández en conversación con Futuro 360. Agrega que, “las problemáticas vinculadas con el acceso a bienes comunes como el agua, el acceso a alimentación y una vivienda digna, se ven absolutamente limitados en el caso de los desplazados internos, así como también en el caso de las y los migrantes”.

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