Por María Jesús Cardemil
Publicado por CNN

Aunque representa solo el 10% de la superficie del océano, la zona costera alberga el 90% de todas las especies marinas y presenta dinámicas capaces de modular el clima regional y generar efectos globales. Las principales ciudades chilenas, están ubicadas en esta área y se ven cada vez más expuestas a los impactos del cambio climático, según advierte el sitio web del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.

 

En zonas cercanas al mar, la variación de las temperaturas es menor y existe mayor humedad y ventilación. Pese a que estas características pueden ser positivas para la salud de los habitantes de estas zonas, el clima por sí solo no influye en la menor o mayor propagación del virus SARS-Cov-2. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido enfática:

 

“Las pruebas científicas obtenidas hasta ahora, indican que el virus de la COVID-19 puede transmitirse en CUALQUIER ZONA, incluidas las de clima cálido y húmedo. Con independencia de las condiciones climáticas, hay que adoptar medidas de protección si se vive en una zona donde se hayan notificado casos de COVID-19 o si se viaja a ella. La mejor manera de protegerse contra la COVID-19 es lavarse las manos con frecuencia”.

 

En Estados Unidos, los miembros del Comité de la Academia Nacional de Ciencias (NAS), hicieron llegar un comunicado hasta la Casa Blanca, luego que el presidente Donald Trump afirmara que “cuando se calienta un poco [el virus] desaparece milagrosamente”. El documento de los especialistas aseguraba que si bien existe alguna evidencia de que el COVID-19 puede transmitirse de manera menos eficiente en ambientes con temperatura y humedad ambiente más alta, “dada la falta de inmunidad del huésped a nivel mundial, esta reducción en la eficiencia de transmisión puede no conducir a una reducción significativa en la propagación de la enfermedad”.

 

Los virus patógenos y el océano

Cuando se habla de un patógeno viral, se está hablando de cualquier agente infeccioso microscópicos que sea capaz de causar un daño o enfermedad a otro organismo de cualquier tipo. En el caso del coronavirus, este puede llegar al océano través de las fecas de personas infectadas con COVID-19, y posteriormente, enfermar a quienes se bañan en las costas o consumen alimentos del mar. El oceanógrafo José Luis Iriarte, investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), explica a Desafío Tierra: “Los virus en el sistema marino pueden quedarse en el agua o acumularse en el sedimento. También se pueden detectar en los registros de hielo en la Antártica”.

 

Cuando permanecen en el agua, estos virus patógenos se dispersan por las corrientes marinas, pero igualmente pueden permanecer en el entorno cercano a las comunidades humanas. El experto asegura que pueden acumularse en zonas recreativas y en organismos marinos como los mariscos. “En algunos países desarrollados como Italia, Francia, España y Estados Unidos, se han detectado virus de diversos tipos como enterovirus (poliovirus), hepatitis A y E, rotavirus, entre otros. Estos virus encontrados en el agua de mar han sido asociados a distintas enfermedades o dolores en bañistas de playas”, expresa Iriarte.

 

 

 

 

 

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Martes / 22:30 / CNN Chile