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VIDEO RELACIONADO – La transformación de la antártica – 2 de marzo de 2020 – (02:28)

Una red internacional de más de 30 investigadores de ciencias marinas llamada “Pole to Pole Marine Biodiversity Observation Network of the Americas” realizó un levantamiento de información a lo largo de todo el continente americano para la conservación de la biodiversidad de los ecosistemas marinos.

Con ese objetivo, los científicos instalaron sensores biomiméticos que se encuentran insertos en conchas reales de moluscos o simulan la forma de algunas lapas. Estos dispositivos están hechos con tecnología NFC (Near Field Communication), lo que significa que solamente con un teléfono celular es posible extraer la data, la que posteriormente puede ser enviada vía Whatsapp o correo electrónico.

El investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y académico de la Universidad de Concepción (UdeC), Dr. Erasmo Macaya Horta, es uno de los pocos chilenos que forma parte de la red.

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En febrero de 2019, el ficólogo instaló ocho sensores biomiméticos que midieron la temperatura del Océano Austral. Los equipos fueron ubicados en lugares sombríos y soleados de la costa rocosa de Bahía Fildes, Isla Rey Jorge, Península Antártica. Permanecieron un año allí y otorgaron datos cada una hora.

“Por primera vez probamos este tipo de dispositivos en la Antártica. No sabíamos si iban a resistir a las bajas temperaturas o el paso y arrastre de hielos, pero afortunadamente pudimos descargar todos los datos de cuatro de los ocho sensores instalados en los sectores intermareales”, explica el Dr. Macaya Horta.

Los datos a los que hace alusión el Dr. Macaya mostraron que durante el 2019, la temperatura mínima se registró el 8 de agosto y llegó a los -11.7ºC. Por otra parte, la máxima alcanzó los 12.2ºC el 25 de enero de 2020. La temperatura promedio, a partir de cerca de 8.500 registros tomados por uno de los sensores, fue de -0.15 °C.

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La información otorgada por los dispositivos fue contrarrestada con observaciones de un muestreo de terreno en el sector intermareal rocoso de Bahía Fildes, realizado en conjunto con los también investigadores del Centro IDEAL, Dr. Nelson Valdivia y Dayane Osman. En la zona existe una dominancia principalmente de algas pardas y una alta biodiversidad de crustáceos pequeños, como pulgas de mar.

Los sensores, a su vez, fueron instalados en las costas de Canadá, Estados Unidos, México, Costa Rica, Brasil, Ecuador, Colombia, Argentina e Islas Vírgenes. “El objetivo final será reunir los datos de todo el continente americano. Con ello buscamos que los países tengan información relevante para tomar decisiones en torno a la conservación”, dice el investigador.

“Es relevante monitorear lo que sucede en la zona intermareal de la Antártica, pues corresponde a una de las áreas en la que se perciben mayores cambios drásticos de las variables ambientales. Por ende, los organismos que allí residen deben enfrentar fluctuaciones importantes de temperatura, salinidad y oxígeno, condiciones que en el contexto de cambio climático serán más severas y podrían modificar en forma importante las comunidades”, concluye el académico.

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