(CNN) – Las nuevas directrices sobre la calidad del aire publicadas este miércoles por la Organización Mundial de la Salud (OMS) podrían evitar millones de muertes al año en todo el mundo, según la institución.

Las partículas finas, o PM 2.5, son el contaminante más pequeño, pero también uno de los más peligrosos. Cuando se inhala, viaja hasta el tejido pulmonar, donde puede entrar en el torrente sanguíneo y contribuir al asma, las enfermedades cardiovasculares y otros padecimientos respiratorios.

Las nuevas directrices, que no se habían actualizado en 15 años, recomiendan reducir a la mitad la concentración de esta sustancia nociva en el aire mundial, de 10 microgramos por m3 a 5.

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En 2016, alrededor de 4,1 millones de muertes prematuras estuvieron asociadas a las partículas finas. Si se hubieran aplicado entonces las nuevas directrices, podría haberse reducido casi un 80% de las muertes prematuras relacionadas con las PM 2.5, es decir, 3.3 millones de muertes menos.

Las directrices, diseñadas para ayudar a los gobiernos a elaborar normativas sobre la calidad del aire, también incluyen otros contaminantes importantes que dañan la salud y el clima, como las PM 10, el ozono, el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre y el monóxido de carbono.

El informe llega en el momento en que los líderes mundiales se reúnen en Nueva York para la 76ª Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de abordar la doble crisis de la pandemia del COVID-19 y el cambio climático.

Dorota Jarosińska, directora técnica del organismo internacional, que ayudó a elaborar las nuevas directrices mundiales, calificó la nueva actualización de “escenario triplemente beneficioso”, ya que no solo protege la salud pública y mejora la calidad del aire, sino que también mitiga la crisis climática.

“Estas directrices refuerzan la necesidad de una acción urgente que beneficie a la salud de todos, incluidas las poblaciones vulnerables (…) Esto crea un escenario de triple ganancia en beneficio de la calidad del aire, la acción climática y la salud”, dijo la experta a CNN.

Las últimas directrices también respaldan una investigación reciente que ha descubierto que la contaminación atmosférica es muy probablemente un factor que contribuye a la carga sanitaria causada por el COVID-19.

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Las partículas finas proceden de fuentes como la quema de combustibles fósiles, los incendios forestales y la agricultura, y están relacionadas con una serie de complicaciones de salud, como el asma, enfermedades cardíacas, bronquitis crónica y otras enfermedades, todas ellas afecciones subyacentes que hacen que las personas sean vulnerables a casos graves de COVID-19.

Las nuevas directrices reflejan las conclusiones del importante informe de la ONU sobre el estado de la ciencia en materia de cambio climático publicado en agosto, en el que se pide una fuerte y rápida reducción de los contaminantes climáticos de vida corta, en particular de las emisiones de metano, para mejorar la calidad del aire y mitigar los peores efectos del cambio climático.

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