En 1834 el el naturalista inglés, Charles Darwin, descubrió una de las especies más extraordinarias del planeta: el único anfibio vertebrado terrestre donde el macho cría a los renacuajos incubándolos en su saco vocal.

Casi dos siglos después, la famosa ranita de Darwin está al borde de la extinción.

De hecho, la Rhinoderma rufum (o ranita de Darwin del Norte), fue vista por última vez en 1981. Tras esa desaparición, la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la consideró “posiblemente extinta”.

Su hermana del sur (Rhinoderma darwinii), sobrevive a duras penas en los bosques de Chile y Argentina. Incluso en ecosistemas prístinos, se ha visto una rápida disminución de los ejemplares. Por eso, se le clasificó como una especie “en peligro”.

Ante este escenario, un grupo de organizaciones -organismos públicos, universidades, empresas, ONG, comunidades locales- se unió desde hace algunos años en un plan de conservación internacional, para guiar la conservación de la ranita de Darwin en la próxima década.

Ahora, los principales lineamientos de la alianza fueron publicados en un artículo de la Revista Oryx, medio científico especializados temas de conservación de la biodiversidad.

“Estábamos actuando de forma separada, por ende, había duplicidad de esfuerzos (…) Nos pusimos a trabajar todos en conjunto para maximizar los recursos que están volcados en la conservación“, rememora Claudio Azat, director del Centro de Sustentabilidad de la U. Andrés Bello y primer autor del artículo

Esfuerzo multidisciplinario

La estrategia binacional entre Chile y Argentina agrupa a profesionales de distintas disciplinas, quienes representan a una diversa gama de instituciones. Así, la red cuenta con cerca de 47 actores relevantes que trabajan por la conservación del diminuto anfibio y su hábitat.

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Esta labor se basa en 39 acciones de conservación que se han definido como prioritarias. Esto, con la misión de lograr cubrir los vacíos de información clave sobre la especie en 2028, reduciendo así sus principales amenazas y logrando que salga de la categoría de “peligro”.

En esa línea, Azat nos señala que la educación, visibilización del problema e investigación han sido algunas de las áreas que más esfuerzo han concitado en los investigadores.

“También destacan dos proyecto de crías en cautiverio -Zoológico Nacional y Universidad de Concepción-. Para muchos anfibios no existen estas iniciativas. Es una buena noticia, porque está la posibilidad de rescatar la ranita del norte y criarla en cautiverio”, añade.

Asimismo, ya han trabajado en un análisis crítico de las principales amenazas de la ranita de Darwin, las que incluyen la pérdida de su hábitat, cambio climático y la quitridiomicosis, una enfermedad infecciosa que afecta a los anfibios.

Para Ariadne Angulo, copresidenta global del Grupo de Especialistas de Anfibios de la IUCN, “es inspirador evidenciar a los diferentes sectores uniendo esfuerzos para apoyar la conservación de las ranitas de Darwin“.

“Desde un comienzo nos ha interesado ser parte de esta iniciativa, ya que la ranita de Darwin es un símbolo de la protección de los bosques templados de Sudamérica“, valora por su parte Verónica Toledo, encargada de conservación de la Fundación Huilo Huilo”.

En cuanto al trabajos desplegado al otro lado de la cordillera, recalcan que todas las poblaciones conocidas de la ranita de Darwin del Sur en Argentina se encuentran dentro de dos parques nacionales patagónicos de gran tamaño.

Sin embargo los registros actuales indican que ha disminuido su número población. Por ello, han desarrollado un protocolo de monitoreo para aplicar en sitios clave donde se encuentra información histórica de la especie.

“La oportunidad está. Si las cosas se hacen bien, no solo podemos conservar a la ranita de Darwin, si no que podemos conservar todo este hábitat amenazado de los bosques del sur de Chile y Argentina”, afirma el experto de la U. Andrés Bello como conclusión.

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