Por Aisén Etcheverry

En estos días el presidente Gabriel Boric viaja a la Antártica acompañado del secretario general de la ONU António Guterrez. El objetivo de la visita es relevar la importancia del continente blanco en la lucha contra el cambio climático. Esta misma semana, nuestro ministerio anunció una inversión de 6 mil millones de pesos para proyectos de investigación asociativa relacionados con litio y con salares. Me parece interesante comentar por qué ambos temas, a primera vista distantes, están más relacionados de lo que aparentan.

Tanto el territorio antártico como los salares del desierto son ecosistemas extremos, únicos y altamente amenazados, donde habitan, por ejemplo, microorganismos extremófilos, seres que sobreviven a radiaciones, temperaturas, salinidades y otras condiciones que están entre las más extremas del planeta.

Estos ecosistemas tienen un doble valor: nos acercan a una mayor comprensión sobre cómo la vida y el planeta pueden adaptarse a condiciones extremas (comprensión clave para enfrentar el cambio climático), pero a la vez son fuente de productos de altísimo valor que permiten construir industrias sustentables. Por ejemplo, el test de PCR funciona a base de una enzima (proteína) aislada de un microorganismo que vive en estos ambientes. Ese descubrimiento no solo nos permitió saber quiénes de nuestras familias tenían covid, hoy nos está permitiendo también estudiar el genoma humano para tratamientos de múltiples enfermedades y monitorear nuevos virus que podrían dar lugar a otras pandemias. Además, tienen aplicaciones industriales: los microorganismos extremófilos pueden ser fuente de nuevos procesos que avancen a una minería más sustentable, por ejemplo, extrayendo cobre, cobalto y, posiblemente, otros minerales.

En el caso de los salares nortinos, la protección de su riqueza es parte esencial de la Estrategia Nacional del Litio, que establece explícitamente que es mediante el conocimiento y la ciencia que podremos explotar este recurso de acuerdo con los más altos estándares de cuidado.

Hoy se encuentra en fase de diseño el futuro Instituto Tecnológico y de Investigación de Litio y Salares, que estará funcionando durante el primer semestre del 2024. Conscientes de que esta agenda productiva no puede esperar, hemos decidido anticiparnos focalizando instrumentos de financiamiento ya disponibles y abrir el concurso especial “Anillos de Investigación en Litio y Salares”, que se adjudicará en julio de 2024, gracias al financiamiento del Programa de Desarrollo Productivo Sostenible.

Son 6 mil millones de pesos que el Estado ha destinado para financiar diez proyectos de investigación en temas que son clave para construir una industria del litio que, basada en evidencia científica, perdure en el tiempo. El único camino para ello es hacernos preguntas: ¿Podemos implementar nuevos métodos de extracción de salmuera más eficientes? ¿Cómo debemos monitorear de manera efectiva los ecosistemas del salar? ¿Cuál es la relación entre la minería del litio y el desarrollo territorial?

Promover un desarrollo sostenible es conjugar las posibilidades de hoy y las del mañana, las nuestras y las de las nuevas generaciones. Necesitamos generar aceleradamente el conocimiento que tanto necesitamos en torno al litio, y mientras más conozcamos los salares, su composición, su funcionamiento y a quienes viven a su alrededor, mientras más sepamos de las tecnologías disponibles, más rápido y más fácil va a ser avanzar a una extracción que sea respetuosa de la naturaleza y de las comunidades aledañas.

Nuestra visión como Ministerio de Ciencia es que el conocimiento y la tecnología deben ser también un instrumento para lograr un desarrollo compatible con una economía más productiva, respetuosa del medio ambiente y que propicie un bienestar para muchas generaciones. En eso estamos y seguiremos trabajando.

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