El último adiós a las bolsas de plástico - (02:46)
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Los plásticos no fueron inventados para ser comidos por el ser humano, y a pesar de esto, lo hacemos. Pequeños remanentes de estos polímeros sintéticos han entrado en nuestro cuerpo a través del aire, la comida y el agua, y evitarlos se ha transformado en una batalla casi imposible de ganar. 

Un estudio de cinco alimentos marinos populares, comprados en un mercado en Australia, reveló lo ubicuos que se han vuelto estos contaminantes. 

Luego de comprar cinco cangrejos azules salvajes, 10 camarones tigres de granja, 10 calamares salvajes, 10 ostras de cultivo y 10 sardinas silvestres, los investigadores encontraron plásticos en cada una de las muestras. 

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“Considerando un consumo promedio, una persona que consume alimentos marinos podría estar expuesto a aproximadamente 07 miligramos de plástico cuando ingiere una porción regular de ostras o calamares, y hasta 30 mg de polímeros artificiales cuando come sardinas”, explicó a ScienceAlert Francisca Ribeiro, investigadora de exposición a plásticos a través de la comida de la Universidad de Queensland, Australia. 

“En comparación, 30 miligramos es el peso promedio de un grano de arroz”, agregó Ribeiro. Todavía no sabemos qué, o si es que, esto está afectando nuestros cuerpos, pero con estos resultados surge suficiente evidencia como para querer indagar en los potenciales daños. 

El océano es a donde van a parar todos los plásticos del mundo, y entender la gravedad de la contaminación de la cadena alimenticia marina es uno de los desafíos. 

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Luego de ingerir los plásticos que nosotros mismos producimos, muchas especies marinas están luchando contra daños físicos o al estrés oxidativo. Algunos no son tan afortunados y mueren, como las ballenas que encallan y a las que se les encuentran cientos de kilos de basura en sus estómagos. 

Los riesgos para los mamíferos terrestres no son reconocidos, y aunque no estemos tragando cantidades similares de plástico que las criaturas marinas, necesitamos saber cuánto estamos consumiendo y si dichas cantidades representan un peligro. 

“Nuestros hallazgos demuestran que las cantidades de plástico presentes varían ampliamente entre las especies, y que es diferente entre individuos de las mismas especies”, concluye Ribeiro. 

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