Científicos del Imperial College de Londres han descubierto que la fascinación de los insectos, como las polillas y libélulas, por las luces nocturnas no se debe a una atracción directa, sino a un ingenioso truco evolutivo que ahora resulta contraproducente en el mundo moderno. El estudio, publicado en Nature Communications, desvela cómo la iluminación artificial confunde y atrapa a estos insectos en un resplandor mortal.

Durante millones de años, los insectos voladores han evolucionado para mantenerse orientados inclinando su parte posterior hacia donde la luz es más brillante. Sin embargo, este comportamiento evolutivo, que les ayudaba a volar nivelados siguiendo la luz del cielo, se ha convertido en una trampa mortal en presencia de fuentes de iluminación artificial.

El Dr. Sam Fabian, entomólogo del Imperial College, lideró la investigación utilizando captura de movimiento infrarrojo de alta resolución en el laboratorio y grabaciones de video infrarrojo de alta velocidad en Costa Rica. Las imágenes revelaron que las polillas y libélulas, al encontrarse con luces artificiales, daban la espalda a estas, perturbando sus trayectorias de vuelo y quedando atrapadas en un ciclo interminable alrededor de las lámparas.

Es como tener una red“, explicó el Dr. Fabian. Contrario a las teorías populares que sugieren que los insectos son atraídos por la luz, este estudio sugiere que la iluminación artificial simplemente captura a aquellos que vuelan cerca.

La contaminación lumínica, ya señalada como una causa importante de la disminución de poblaciones de insectos, ahora se revela como una amenaza aún mayor. Los insectos atrapados alrededor de las luces se convierten en presas fáciles para los murciélagos, y la iluminación también puede engañarlos haciéndoles creer que es de día, afectando sus patrones de alimentación nocturna.

El profesor Gareth Jones de la Universidad de Bristol calificó el trabajo como “fascinante” y subrayó la importancia de minimizar la atracción y confinamiento de insectos en las luces. Propuso soluciones prácticas, como el uso de luces que minimicen longitudes de onda corta, como el azul y especialmente el UV, para reducir el impacto en los insectos.

La investigación también subraya la importancia de la dirección de la luz artificial, enfatizando la necesidad de diseñar luces que no solo sean amigables para los humanos, sino también respetuosas con la vida nocturna de la fauna.

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