La biodiversidad marina, es decir, la variedad de vida en los océanos y los mares, mantiene en buen estado el funcionamiento del planeta. La importancia de su preservación es trascendental.

Sin embargo, la estabilidad ecológica (entendida como la mantención a largo plazo del suministro de los servicios ecosistémicos) de las comunidades intermareales es un fenómeno multidimensional y complejo. Así lo afirmó un grupo de científicos chilenos al investigar la simulación de un proceso de recuperación de una comunidad marina afectada, en las aguas localizadas entre las regiones de Coquimbo y Los Ríos.

El estudio, publicado en la revista científica Frontiers in Marine Science, analizó poco más de mil kilómetros de mar durante tres años, en los que se hizo una manipulación de campo que simuló una perturbación, o sea la extinción artificial de especies dominantes: el alga roja (Mazzaella laminarioides), el chorito maico (Perumytilus purpuratus) y picorocos (como jehlius cirratus y notochthamalus scabrosus)

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“La remoción experimental de especies dominantes localmente provocó respuestas de estabilidad significativas y de magnitud similar”, se lee en el estudio. “Darnos cuenta de que la estabilidad es de hecho un concepto multidimensional mejorará nuestra capacidad para predecir la respuesta de las comunidades y metacomunidades a las perturbaciones antropogénicas futuras y en curso“, señalan.

En relación a ello, sugieren además que se aumente el área de zonas protegidas “en lugar de centrarse en parches que contienen conjuntos únicos”, ya que “debería ser un objetivo de conservación para mantener el funcionamiento en el ecosistema analizado”.

En Chile, las actividades como la pesquería, acuicultura y extracción de recursos oceánicos no alimenticios, estarían afectando la capacidad de recuperación de nuestros océanos.

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