Por Constanza Cabrera

Lo que llevó a la antropóloga Francisca Fernández Droguett a involucrarse en el movimiento socioambiental se remonta a un espacio de reforestación que surgió en la comuna de Cerro Blanco. Hace al menos 22 años, junto a sus vecinos se dedicaron a plantar árboles un sector que era un basural y que no poseía agua.

Francisca lleva el pelo amarrado a una trenza y aros largos. Está con un poco de prisa, pues en un par de horas se llevará a cabo el encuentro anual del Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), -del que es parte y está conformado por organizaciones de Arica a Punta Arenas-, en Chincolco, una localidad de la parte alta del valle de Petorca, en la región de Valparaíso. En la actualidad, la también Doctora en Estudios Americanos es una figura conocida en el ámbito de la “recuperación del agua”. Fue candidata constituyente para ser parte de la Convención Constitucional y también integró la Coordinadora 8M, un espacio al que le guarda “mucho cariño”, pero del que no es parte en la actualidad. Sobre feminismo, medio ambiente y patriarcado, conversó con Futuro 360.

En esta resignificación del espacio urbano, quisiera pensarme desde ahí, una mestiza tratando de descolonizarse, es que me vinculé a la defensa de la naturaleza. Soy antropóloga y fui parte de “Amigos del pehuén”, contra la construcción de la represa Ralco, en el Alto Biobío, el primer megaproyecto post dictadura en los noventa. Desde ahí hay una sensibilidad especial.

Integro el Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), que nació en 2013 tras un encuentro que organizó el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, en un espacio que se llama “Aguante la vida”, con distintas organizaciones y territorios, tanto rurales, como urbanos para abordar los conflictos socioambientales extractivistas: megaminería, agronegocios, opresión inmobiliaria, forestales y salmoneras.

Para mí, el extractivismo es la explotación ilimitada e intensiva de los bienes comunes naturales, mal llamados materias primas. El extractivismo ha sido la forma de acumulación histórica que se ha tenido en las dinámicas económicas. Chile exporta naturaleza.

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La política de los cuidados

Pero por otro lado, el extractivismo también es patriarcado, porque la forma de explotar, dominar y finalmente cosificar la naturaleza, es la misma manera que se ha tendido a exportar, visibilizar y cosificar el cuerpo de mujeres y niñas. Nosotras decimos que la forma colonial se perpetúa hasta el día de hoy. Pero también, los efectos del extractivismo se intensifican en los cuerpos de mujeres, niños y disidencias, igual lo decimos, desde una perspectiva de clase e identitaria. En mujeres de pueblos originarios, afro, migrantes, campesinos ¿por qué se intensifica? Porque nuestras vidas en sí mismas ya son precarizadas y ya están cruzadas por violencias estructurales.

El extractivismo configura economía y territorios masculinizados, como en Calama o Huasco con la minería, comuna en la que aumentó la trata de personas. También con aumentos de feminicidos y lesbofeminicidios en la quinta región.

El extractivismo intensifica la política de los cuidados, porque hay mayores índices de enfermedades, intoxicaciones, porque además cuidar la tierra o abastecerse de agua en el valle de Petorca, por ejemplo, es una labor que está vinculada a las mujeres por esta condición histórica de roles y como sostenedoras de vida en estos espacios. No es casualidad, que haya aumentado en América Latina la muerte de las defensoras en esta relación estructural.

Descolonizar es despatriarcalizar

Hace mucho tiempo que hemos tratado de posicionar el asesinato de defensoras del territorio como feminicidios. No solo se les asesina en la defensa del territorio, sino también como mujeres vinculadas a ese ejercicio.

Nosotras al menos hablamos de dos casos emblemáticos, el feminicidio empresarial de Macarena Valdés en 2016 en contra la construcción de una hidroeléctrica de paso. Y el caso del transfemicidio como el caso de Emilia Bau, en el marco de una recuperación territorial. Esto evidencia la vulnerabilidad y exposición que tenemos al defender las aguas del territorio.

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Un cambio en el modelo económico

En Chile no hay sequía, hay saqueo. La escasez hídrica está directamente relacionada con la privatización de las aguas y esto se intensifica con la crisis climática global. El Código de Aguas ha generado daños, pero no hay que olvidar la matriz, con la Constitución de 1980, el Estado Subsidiario permitió la privatización de las aguas a través de un mercado de este elemento.

¿Qué cómo nos fue en la Iniciativa Popular de Norma presentada en la Convención? Una pregunta dramática, porque en la Comisión de Medioambiente nos fue pésimo. De los 38 artículos nos rechazaron 32, supuestamente por forma, pero yo creo que por fondo. Las propuestas socioambientales responden a un cambio del modelo económico. ¿Cómo defendemos el agua y los territorios? Hay que cambiar la matriz productiva, energética, de consumo, distributiva y eso es pensar en otra economía. Eso es super importante, nosotras hablamos de transición post extractivista, paso a paso.

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No va a ser fácil, creemos que será dificultoso y está siendo fundamental este espacio, en posicionar los derechos de la naturaleza desde la institucionalidad, aunque la aplicabilidad cuesta. Pero es una tensión tanto local como global.

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