(CNN Español) – A pocos kilómetros de la ciudad de Iguazú, en el noreste de Argentina, una obra monumental ha permitido hacer frente a un desafío urgente de la región: frenar los atropellamientos de la fauna silvestre que se cuentan por miles al año y que ponen en riesgo especies como la de los emblemáticos jaguares.

Junto a la caza furtiva y al mascotismo —cuando las personas retienen a animales silvestres en sus hogares como si fueran de compañía—, los atropellamientos son de hecho uno de los grandes problemas que enfrenta la fauna de la religión.

“Las rutas atraviesan el monte, atraviesan la selva (…), cortan el camino de nuestra fauna”, explicó a CNN Dante Di Nucci, veterinario del refugio GuiráOga. No se trata solo de una molestia: en las rutas de Misiones cada año mueren cerca de 5.000 animales en accidentes con vehículos, según organizaciones consultadas por CNN. En su refugio lo saben bien porque allí se dedican, precisamente, a rehabilitar a monos, tapires, osos hormigueros, pumas, yaguaretés, tortugas y lagartos que, en muchos casos, han sido víctimas de accidentes.

El atropellamiento de fauna, además de otras problemáticas como la caza furtiva, ponen en grave riesgo a muchas especies, como es el caso del yaguareté” (el felino más grande de América, amenazado por la pérdida de hábitat y que ya ha desaparecido de un gran porcentaje del territorio continental), explicó a CNN Emiliano Salvador, vocero de la Fundación Vida Silvestre.

El ecoducto de Iguazú

El control de la velocidad puede ser otra de las claves para luchar contra este problema. Para los lugareños, en el fondo lo más importante es mejorar la educación para la convivencia entre los humanos y la fauna silvestre.

Una de las apuestas de la región para enfrentar el problema ha sido realizar obras viales aéreas y subterráneas para facilitar el paso de los animales. En la actualidad hay al menos 32 estructuras que ayudan a que las especies puedan desplazarse por diferentes áreas sin entrar en contacto con el tránsito vial.

La obra más emblemática es el ecoducto ubicado entre los municipios de Andresito y San Antonio, sobre la ruta 101, a pocos kilómetros de Iguazú. El ecoducto tiene la particularidad de recrear la continuidad de la selva por encima de la traza de la ruta, con un resultado que los actores locales vinculados al cuidado de los animales resaltan como muy positivo.

“A medida que los animales fueron detectando este paso y se fueron acostumbrando, y el ecoducto se fue reforestando, la cantidad de especies y de individuos que pasaban fue cada vez mayor”, explicó a CNN Guillermo Gil, biólogo de Parques Nacionales.

La elección del sitio no es casual: la obra une dos parques provinciales que se encuentran a un lado y otro de la ruta. Y además se encuentra cerca de una de las grandes maravillas de la naturaleza de la región, las Cataratas de Iguazú, ubicadas en el parque homónimo que fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1984.

La apuesta por la educación

Los lugareños coinciden en que, más allá de cualquier obra que pueda hacerse, la clave está en una buena educación que fomente la convivencia armoniosa entre la población y la vida silvestre.

Hay organizaciones locales que trabajan en este sentido con los niños, y los resultados parecen claros. “Muchas veces los niños van con sus padres en los vehículos y les dicen ‘papá, papá, vamos más despacito. Estás yendo muy fuerte, cuidado los animales'”, cuenta a CNN Mara Anfuso, coordinadora del refugio GuiráOga.

La reducción de la velocidad en esas rutas sería, según expertos, una apuesta clave para atacar el problema. “A menor velocidad, uno tiene mayor tiempo de reacción, mayor visibilidad y el animal también tiene más tiempo para pasar”, explica Gil.

Los pasos exclusivos para la fauna, la educación y una mayor consciencia sobre la velocidad dan, en definitiva, un mensaje en el mismo sentido sobre las especies que habitan Misiones. Se trata del mismo mensaje que se puede leer en los carteles de las rutas: atropellarlos es extinguirlos.

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