A las araucarias les toma cientos de años crecer, por eso cuando son arrasadas por incendios producen un gran efecto emocional en las comunidades aledañas, pero por sobre todo en la flora y fauna cercana.

Así lo corroboraron un grupo de investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Chile, al estudiar el daño que se produjo en las comunidades de aves y de lagartijas de bosques de araucarias que se quemaron en los últimos años.

Las investigaciones, que fueron publicadas en las revistas Scientific Reports y en Avian Conservation and Ecology, compararon los efectos del fuego en cuatro bosques de la región Araucanía: uno que se quemó hace 16 años, uno hace tres y otro bosque “no incendiado”.

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“Lo que nos muestra nuestra investigación, en particular para las aves y los reptiles, es que existen especies que se ven fuertemente afectadas por los incendios, que, en general, son las especies que tienen requerimientos más específicos de sus hábitats“, explicó el académico de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal, Tomás Ibarra, en un comunicado.

Estas especies serían más vulnerables al no poder adaptarse a los cambios, pero por otro lado, “aquellas especies que pueden colonizar otros ambientes con más facilidad, se ven un poco menos afectadas”, agregó.

Ibarra indica que las lagartijas que requieren vivir en los árboles (o tienen hábitos arbóreos) son las que se ven más afectadas por los incendios. Las aves, en tanto, tienen la capacidad de movilizarse, entonces cuando un sitio sufre un incendio, muchas de ellas son capaces de volar e irse de ese lugar.

La recuperación post incendios

Muchos de estos incendios ocurren en el periodo reproductivo, que va desde septiembre-octubre hasta marzo, que es cuando las especies están armando sus nidos, -lo mismo para las lagartijas-, y muchas van a perder sus huevos o pollos.

“En relación a la recuperación en los sitios que se han quemado solamente una vez, al estar alcanzando unas dos décadas de recuperación post incendios, la composición de la comunidad de aves es muy similar entre este bosque en proceso de recuperación y los bosques no quemados. Este hallazgo nos abre una ventana de optimismo sobre la regeneración de los bosques y su biodiversidad en zonas que se han quemado una sola vez”, dijo Ibarra.

Sin embargo, las zonas quemadas en más oportunidades quedan devastadas o muy pobres en biodiversidad. “Las zonas que se queman, deben mantener los legados de hábitat. Es importante que se dejen los árboles muertos en pie y los árboles en descomposición en el suelo“, enfatizó.

De acuerdo al experto, CONAF permitiría la cosecha de hasta un 80% del material aprovechable. Eso tiene implicancias negativas para la recuperación de la flora y fauna del bosque en el tiempo. Las predicciones para estas áreas son una mayor aridización, disminución de las precipitaciones, hasta un 15% en algunas áreas y esto significa que se van a dar las condiciones para que los incendios aumenten en frecuencia, intensidad y superficie.

La importancia de las comunidades aledañas

Será importante involucrar a las comunidades aledañas en el resguardo y protección de estos bosques, sostiene el investigador de la UC y ejemplifica con el incendio que afectó a la reserva nacional China Muerta de la Araucanía, entre las comunas de Lonquimay y Melipeuco, durante el año 2015, que afectó una reserva natural de araucarias.

Posteriormente a los siniestros, las comunidades locales se reunieron y fueron capacitadas por CONAF para poder prevenir, hacer detección temprana y combatir incendios. En el caso puntual de esa reserva, se construyó un mirador para poder observar la zona e identificar con mayor rapidez los focos de incendios. También se construyeron senderos para poder ingresar a los bosques, porque los bomberos no podían entrar para poder apagar el fuego.

“En general, se tienen que sofisticar aún más las técnicas de predicción de incendios, pero a su vez es muy relevante incluir la participación de las comunidades que viven en zonas adyacentes a las áreas protegidas”, puntualizó.

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