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(CNN) – Un investigador de vida silvestre marca diligentemente su bloc de notas cuando los elefantes aparecen a la vista, ansioso por no perderse ni uno solo en su conteo.

Mientras tanto, un piloto, volando alto en un helicóptero sobre el parque Amboseli de Kenia, da vueltas alrededor de la manada para revelar una vista más clara de ellos, y un grupo extremadamente raro que tiene elefantes gemelos.

La última vez que Kenia registró gemelos de elefantes fue hace 40 años“, manifestó Najib Balala, ministro de turismo de Kenia, por encima de los ruidosos audífonos. En el lapso de la pandemia, el país ha visto un baby boom de más de 200 elefantes, o “regalos de COVID”, como los llama Balala.

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Pero, aunque algunos animales han prosperado en los parques menos concurridos durante la pandemia, el COVID-19 ha tenido un impacto devastador en la conservación del continente africano y los millones de medios de vida que dependen del ecoturismo.

En marzo de 2020, Kenia cerró abruptamente su frontera en un esfuerzo por frenar la propagación del virus. La industria turística de miles de millones de dólares del país se detuvo bruscamente, perdiendo más del 80% de los ingresos y no se espera que se recupere hasta 2024.

“¿Puede el turismo sobrevivir hasta 2024? Necesitamos repensar y remodelar nuestra forma de hacer las cosas para que podamos sobrevivir hasta que el turismo se recupere“, manifestó Balala a CNN.

Esa pregunta ha desencadenado el esfuerzo de conservación más ambicioso de Kenia hasta el momento: contar cada animal y vida marina en los 58 parques nacionales de todo el país por primera vez en la historia.

Crédito: Saskya Vandoorne

El gran censo de vida silvestre será fundamental para comprender y proteger las más de mil especies que son nativas de Kenia, algunas de las cuales han visto disminuciones de población alarmantes en las últimas décadas, según los científicos.

Utilizando rastreadores GPS, aviones, cámaras trampa y una importante mano de obra, el Servicio de Vida Silvestre de Kenia (KWS) contará todo, desde la jirafa real hasta el entrañable dik-dik del tamaño de un gato durante tres meses.

Los equipos se centrarán en especies raras, incluido el pangolín, a menudo comercializado ilegalmente, el antílope sitatunga, los cerdos hormigueros y los erizos, ninguno de los cuales se ha contado antes.

Hábitats que se encogen

Este nivel de datos sin precedentes ayudará a Kenia a comprender mejor su vida silvestre y las diversas amenazas que enfrenta en la actualidad, como el cambio climático, el conflicto entre humanos y vida silvestre, además de la disminución de los hábitats en medio de la creciente competencia por el uso de la tierra.

Durante décadas, el pueblo masái ha cedido tierras para algunos de los parques más famosos de Kenia. Noah Lemaiyan, un pastor vestido con un chal rojo y azul vive en las afueras de Amboseli. Desde que los turistas dejaron de llegar, dice, los ingresos de su aldea se han agotado.

“Las mujeres solían hacer pulseras y collares (…) Pero ahora tenemos que vender una vaca para comprar comida“, dijo. Lemaiyan también está luchando contra la escasez de agua, algo crucial para mantener con vida a su rebaño.

El Dr. Patrick Omondi, director interino de biodiversidad, investigación y planificación en KWS, espera que el censo les dé una mejor comprensión de cómo los patrones climáticos erráticos están afectando a los animales y han obligado a los hábitats a cambiar.

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Estableceremos dónde están estos animales salvajes en el tiempo y el espacio“, sostuvo Omondi, quien recalcó que esto les permitirá crear un plan de gestión más sólido. “Hemos visto a la vida silvestre entrar en espacios en los que no habían estado en 50 años”, agregó.

A finales de julio, Omondi y su equipo de cientos de personas habrán recorrido todos los paisajes ondulantes de Kenia por aire y tierra, y habrán inspeccionado todos los lagos y parques marinos en barco y bajo el agua. Con el censo completo, puede comenzar el trabajo.

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