Malas noticias para los consumidores preocupados con el medio ambiente: la leche de almendras no es sustentable para el planeta, y es especialmente ruda con las abejas.

Una reciente investigación de The Guardian sobre la conexión entre la industria de las almendras californiana y la muerte de 50 mil millones de abejas causó revuelo. Sin embargo, el artículo levantó una importante pregunta: ¿qué deberíamos estar consumiendo entonces?

Una interrogante complicada, y los expertos en sustentabilidad alimenticia son reacios a elegir una leche vegetal como la mejor, debido a la gran cantidad de pros y contras con las que cuentan.

Una cosa es clara; todas las alternativas que buscan reemplazar a los lácteos son mejores para el planeta que la leche y sus sucedáneos.

Un estudio del 2018 realizado por investigadores de la Universidad de Oxford mostró que producir solo un vaso diario de leche produce casi tres veces más gases de invernadero que cualquier reemplazo vegetal y consume nueve veces más terreno que cualquier otra alternativa.

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La leche vegetal, por otra parte, tiene un lado oscuro, de la misma forma que cualquier cultivo producido en masa. Es importante considerar no sólo si está siendo cosechado usando métodos orgánicos.

Otros factores a considerar son: cómo el tratamiento del producto afecta a las personas y hábitats nativos en países en vías de desarrollo, la huella de carbono que deja y la cantidad de agua que usa. Y aunque cada producto tiene sus contras, algunas leches vegetales son más sustentables que otras.

Basada en entrevistas con expertos, aquí hay un ranking medioambiental de los reemplazos de la leche, desde decepcionantemente dañinos hasta sustentablemente dulces.

Coco: “Una desastre absoluto”

El coco tiene la reputación de ser exótico y saludable, pero para las regiones pobres de Las Filipinas, Indonesia e India, donde los recolectores son recompensados con menos de un dolar al día, los árboles de palma no representan un atardecer en las Bahamas.

Debido a que los árboles de coco sólo crecen climas tropicales, la presión de satisfacer la demanda global está causando la explotación de los trabajadores de la industria y la destrucción de las selvas.

“El coco es una tragedia absoluta, y eso realmente me molesta”, afirmó Isaac Emery, experto en sustentabilidad alimenticia a The Guardian. “Amo cocinar con leche de Coco pero no me siento bien comprando productos derivados de éste. Los granjeros de Indonesia deberían estar plantando comida para alimentar a sus familias en vez de cumplir con las expectativas internacionales“.

De acuerdo a una investigación realizada por el New York Times, entre 2007 y 2014 las selvas de Indonesia fueron taladas a un ritmo de 1,3 hectáreas por minuto para poder plantar palmas coqueras. Pero evitar el apoyo a prácticas poco sustentables, elige productos que estén certificados.

Almendras: Asesinas de abejas

Mientras los árboles de almendras ocupan pequeñas cantidades de tierra en comparación a otras cosechas utilizadas para hacer leche, este beneficio es opacado por los impactos negativos que ha tenido en los Estados Unidos.

La industria, concentrada casi por completo en el árido valle central de California, las almendras son la plantación especializada de orquídea en el gigante norteamericano.

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Este fruto seco requiere más agua que cualquier otra alternativa láctea, consumiendo más de 62 litros de agua para producir sólo 1 vaso del sucedáneo, de acuerdo al estudio realizado por Oxford.

Satisfacer las demandas por almendras pone una gran presión sobre los apicultores comerciales de Estados Unidos. Cerca del 70% de las abejas comerciales norteamericanas son utilizadas todos las primaveras para polinizar el árbol de éste fruto seco. El año pasado, miles de millones de estos nobles insectos murieron al final de la temporada debido a éstas exigencias.

Arroz: Un engullidor de agua

Aunque la leche de arroz es barata y está disponible en todas partes como alternativa a la lecha, ofrece poco tanto en sus beneficios nutricionales como en los beneficios hacia el medio ambiente.

El arroz es un cultivo que necesita mucha agua, de acuerdo al estudio de Oxford, además produce más emisiones de gases de invernadero que cualquier otra leche vegetal. Las bacterias que se alimentan en los pantanos donde crece el arroz arrojan grandes cantidades de metano en la atmósfera, eso sin contar la cantidad de contaminación que emiten fertilizantes que se usan para su crecimiento.

Avellana: Al alza

Para los consumidores que quieren los valores nutricionales y el sabor de una leche de frutos secos pero buscan evitar los impactos medioambientales, la avellana es una estrella ascendiente.

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Como todas las nueces, las avellanas crecen en árboles que consumen carbono y ayudan a reducir las emisiones de gases de invernadero, en vez de incrementarlas. Las avellanas son mejores para el medioambiente que las almendras ya que son polinizadas por el viento, en vez de abejas. Además son capaces de crecer en climas húmedos, donde la falta de agua nunca sería un problema.

Cáñamo y linaza: luchadores de nicho

Otra forma de asegurar alternativas sustentables es escoger alternativas lácteas hechas por lo que los expertos llaman “cosechas de nicho” como el cáñamo y la linaza.

Estos crecen en cantidades pequeñas del hemisferio norte, lo que las vuelve mucho más amigables con el medio ambiente que las operaciones de monocultivo. Ambas plantas producen semillas capaces de generar leches ricas en proteínas y grasas saludables.

Soya: de vuelta a la palestra

De acuerdo al estudio de la Universidad de Oxford, la leche de soya es el ganador por defecto en la escala de sustentabilidad. Además, ésta habichuela es la única leche vegetal que se acerca a entregar una cantidad de proteína similar a los lácteos. Era la alternativa que elegir antes de que la leche de almendras se pusiera de moda.

“La soya tiene una concentración relativamente alta de hormonas que son similares a las humanas y la gente se asustó con eso”, asegura Emery. “Pero la realidad es que tendrías que consumir una cantidad tremendamente imposible de leche de soya y tofu para generar algún problema”. Estudios recientes han demostrado que la leche de soya es saludable, especialmente para mujeres.

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La principal desventaja medioambiental con la que cuenta éste reemplazo lácteo es que los porotos de soya son cultivados a lo largo del mundo en cantidades masivas para alimentar a la industria de la carne y la leche.

Grandes trozos de selvas han sido quemados en el Amazonas para hacer espacio para las granjas de soya. Para evitar una leche producida de forma poco sustentable es importante leer la caja y asegurarse que la fuente de la soya venga de productores locales o responsables con el medioambiente.

Avena: un humilde héroe

El reemplazo lácteo más sustentable y saludable: La avena.

“Estoy emocionado por el alza de la popularidad de la leche de avena”, afirma Liz Specht, directora asociada del departamento de ciencia y tecnología del Good Food Institute, una ONG que promueve las dietas vegetales. “La leche de avena tiene muy buenos números en términos de sustentabilidad. Dudo que haya algún impacto importante cuando ésta industria se haga masiva”.

De acuerdo Bloomberg Business, las ventas de leche de avena se ha disparado de $4,4 millones anuales en 2017 a $29 millones en 2019, sobrepasando a la de almendras. Pero a diferencia de las almendras, la avena no es un recurso escaso. “Ahora, de un 50 a un 90% de la producción global de éste grano se utiliza en alimentación animal“, asegura Specht, por lo que ocupar una parte de la producción en fabricar leche no sería del todo imposible.

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La avena crece en climas más helados, como los del hemisferio norte, por lo que no existen riesgos de deforestación de bosques tropicales. La única desventaja es la cantidad de pesticidas que se usan en éstas, al momento de sacarlas de las plantaciones de monocultivos donde se cosechan, los cuales, según estudios de Environmental Working Group, podrían producir cáncer.

Sin embargo, las principales marcas que venden éste tipo de leche están libres de dicho pesticida.

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