Ejemplo ilustrativo de una instalación de disposición final geológica (GDF)

Si ya la comunidad ambientalista y expertos estaban reacios a la decisión de Japón de verter 1,4 millones de litros de agua residual radioactiva en el océano Pacífico, esta vez están fastidiados con el plan del Reino Unido de enterrar desechos nucleares en el fondo marino.

Mediante un comunicado de prensa, el gobierno británico manifestó que esta liberación representa una “solución permanente para los desechos radioactivos de mayor actividad del Reino Unido (…), una que mantendrá los tóxicos a salvo durante cientos de miles de años“.

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La idea es posicionar en el Mar de Irlanda -cerca de Cumbria- un repositorio subterráneo profundo para almacenar la reserva más grande del mundo de desechos nucleares sin tratamiento: esto incluye más de 100 toneladas de plutonio.

El pasado 27 de julio se iniciaron los estudios sísmicos en aquel sector para explorar si el área es adecuada para la ubicación de un repositorio.

Si bien la exploración comenzó este fin de semana, los análisis se remontan a inicios de julio, momento en que cientos de personas de la localidad de Copeland se manifestaron contra este proyecto, puesto que los impactos sonoros de los disparos sísmicos han provocado que las ballenas y delfines se ausenten del lugar.

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Al contrario de la postura del gobierno, quienes indican que una disposición final geológica (GDF, por sus siglas en inglés) es “reconocida internacionalmente como la solución más segura a largo plazo para este tipo de residuos; tener uno en el Reino Unido creará puestos de trabajo e inversiones garantizadas para la comunidad anfitriona“.

Impacto medioambiental

Según detalla The Guardian en una carta compartida por activistas de la Organización de Gestión Marina, el plan de liberación de los desechos de la planta de reprocesamiento nuclear de Sellafield, en Cumbria, está exento de regulaciones.

El presidente de las Autoridades Locales Libres de Armas Nucleares (NFLA, por sus siglas en inglés) y líder del Partido Verde, David Blackbunr, detalló que “la investigación científica adicional puede generar avances que podrían significar que los desechos radiactivos pueden tratarse para hacerlos menos tóxicos en un período de tiempo más corto. Arrojarlo en un agujero en el suelo o debajo del lecho marino excluye esta posibilidad“.

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