Una reciente investigación reveló la presencia de microplásticos en peces y mariscos de importancia comercial en la zona costera de Chile central.

El estudio, a cargo de la investigadora de la Facultad de Ingeniería y Tecnología de la Universidad San Sebastián, Karla Pozo, detalla que especies oceánicas como el jurel chileno, la sardina y la merluza, y especies costeras como el róbalo, jerguilla y pejerrey, presentan grandes cantidades de Contaminantes Orgánicos Persistentes, lo que estaría presente a lo largo de la cadena alimenticia.

Se estima que las personas consumen entre 74.000 y 121.000 partículas de microplástico al año, principalmente mediante el consumo de agua, mariscos y a través de la inhalación.

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La investigadora destaca que las especies marinas costeras tendrían una mayor exposición a estos contaminantes, siendo el tereftalato de polietileno (PET) el más abundante, seguido del polietileno, que se puede encontrar en bolsas de plástico y botellas, y el poliéster, utilizado como base para productos textiles.

La experta señala que “no se dispone de suficientes datos científicos sobre la incidencia de los microplásticos en los productos marinos”, pero el consumo humano podría acarrear mayor riesgo de cáncer, trastornos reproductivos, alteración del sistema inmunológico, deterioro neuroconductual, alteración endocrina, y aumento de los defectos de nacimiento, entre otros.

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En su estudio, Pozo destaca como principal problema el descifrar el impacto real de la ingesta de microplásticos a lo largo de la cadena alimenticia, con el fin de diseñar estrategias y políticas para reducir estos contaminantes y sus impactos.

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