Un nuevo estudio reveló un intrigante vínculo entre el baile cósmico de la Tierra y Marte y los ciclos en el océano profundo que podrían tener implicaciones significativas para comprender mejor el clima de nuestro planeta.

Según el análisis del registro geológico del mar profundo realizado por la geocientífica Adriana Dutkiewicz de la Universidad de Sídney y su equipo, publicado en Nature Communications, la interacción gravitacional entre la Tierra y Marte resulta en cambios cíclicos en las corrientes oceánicas profundas cada 2.4 millones de años. Estos hallazgos sorprendentes sugieren que los ciclos de 2.4 millones de años están vinculados a las interacciones astronómicas entre ambos planetas mientras orbitan alrededor del Sol.

Este descubrimiento arroja luz sobre lo que los científicos han denominado un “gran ciclo” astronómico, el cual ha sido identificado en los últimos años y está vinculado a un alineamiento entre las órbitas de la Tierra y Marte. Aunque la evidencia directa de esta interacción en el registro geológico de la Tierra es limitada, los datos sedimentarios del mar profundo sugieren que el pico de este ciclo está relacionado con un aumento en la radiación solar en la Tierra y un clima más cálido, aunque no está relacionado con el cambio climático antropogénico actual.

Los ciclos de Milankovitch, que son influenciados principalmente por planetas más masivos como Júpiter y Saturno, también han sido un área de estudio en la ciencia climática. Sin embargo, estos ciclos ocurren durante períodos más cortos, de decenas de miles de años, y están asociados con el auge y la caída de las edades de hielo.

La investigación de Dutkiewicz y su equipo se basó en el análisis de 293 perforaciones científicas de aguas profundas en todo el mundo, lo que reveló 387 interrupciones en el sedimento durante los últimos 70 millones de años. Estas interrupciones se alinearon con períodos conocidos de clima más cálido, incluido el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno, hace unos 56 millones de años.

Este hallazgo desafiante sugiere que los océanos podrían ser más resistentes al cambio climático de lo que se pensaba anteriormente. Aunque se esperaba que un clima más cálido resultara en un océano profundo menos activo, la investigación sugiere lo contrario: los océanos más cálidos tienen una circulación profunda más vigorosa, lo que podría ayudar a evitar que el océano se vuelva estancado incluso en condiciones de desaceleración o detención de la Circulación Meridional Atlántica.

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