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La comprensión de los confines de nuestro universo aún sigue representando parches de desconocimiento. Si bien existen teorías que apuntan a la respuesta de ciertos comportamientos inusuales estelares, en su gran mayoría son comprobadas por la comunidad astrofísica.

Entre las teorías más “locas” está la materia y energía oscura, las cuales están presentes respectivamente en un 27% y 68% de nuestro universo. Estas parecen ser las responsables de mantener a las galaxias y los cúmulos juntos mediante una fuerte influencia gravitacional.

Ya que no interactúan con la luz, aún no se han podido observar directamente, pero la comunidad ya las acepta como las responsables de varios fenómenos astronómicos.

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En relación a la creación de nuestro universo, el criticado y mediático astrofísico Avi Loeb descartó el modelo altamente aceptado de la creación y evolución del universo, el Big Bang. El ex presidente del departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, manifestó que una” civilización tecnológica avanzada” es la responsable de ello.

“Dado que nuestro universo tiene una geometría plana con una energía neta cero, una civilización avanzada podría haber desarrollado una tecnología que creó un universo bebé de la nada a través de un túnel cuántico“, escribió Loeb en un artículo de opinión publicado en Scientific American.

El experto es altamente conocido por sus opiniones conspirativas, entre las cuales ha indicado que el asteroide Oumama es producto de la tecnologia alienigena, como también el criticado proyecto Galileo, el cual plenea rastrear rarezas inexplicables del cosmos mediante el Observatorio Vera C. que se está construyendo en el norte de nuestro país.

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En el documento, Loeb detalla que los humanos somos una civilización tecnológica de bajo nivel, tipo clase C, esto porque dependemos de nuestra estrella anfitriona, el Sol. Nuestra tecnología sólo progresaría cuando la humanidad se vuelva independiente del Sol, con lo que pasaríamos a una clase B.

Asimismo, si somos capaces de crear nuestro propio universo bebé en un laboratorio -al igual que nuestros supuestos creadores- seríamos una civilización de clase A.

Pero “el mayor obstáculo es nuestra incapacidad para crear una densidad suficientemente grande de energía oscura dentro de una región pequeña”, puntualizó.

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