Se conocen 89 especies vivas del género de sapos Rhinella, grupo que cuenta con una amplia distribución en América, pero cuyo registro fósil es escaso. Es por eso que fue catalogado como un gran hallazgo paleontológico el descubrimiento de un ancestro prehistórico del género de esta especie que vivió hace unos 12 a 13 millones de años en la región de La Araucanía.

Los restos encontrados en el Cerro Rucañanco, ubicado al sureste de la localidad de Lonquimay, corresponden a una extremidad superior articulada del ejemplar, pieza que permitió a un equipo de investigadores de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile determinar el parentesco con los sapos Rhinella.

Juan Pablo Guevara, investigador de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile y autor principal del trabajo, señala que el fósil proviene de una expedición realizada en 1991.

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Red Paleontológica de la Universidad de Chile.

“Hasta hace algunos años, este hallazgo permanecía guardado y asociado al ave fósil Macranhinga chilensis en el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN)”, cuenta.

El hábitat de este sapo ancestral del género Rhinella, se posiciona en el Mioceno, una época del período Neógeno, posterior a la extinción de los dinosaurios.

“El ambiente donde nuestro ejemplar se depositó es del tipo fluvio-lacustre, lo que nos podría indicar que este animal probablemente vivió en zonas asociadas a ríos o lagos de aquella época. Este anfibio habría convivido con aves, en particular con la especie Macranhinga chilensis”, agrega.

Los orígenes de la especie

El ejemplar “vendría a ser un pariente de los actuales Rhinella spinulosa, Rhinella arunco y Rhinella atacamensis que habitan nuestro país. Del mismo modo, existen más ‘parientes’ a lo largo de Sudamérica. En cuanto a la distribución del registro fósil, este bufónido del Cerro Rucañanco representa el registro más austral de este grupo que se ha reportado hasta la fecha para el Mioceno, lo que implica que este grupo estuvo distribuido en el extremo sur de América del Sur al menos desde esa época.

“Esto cambia el antiguo panorama y aporta luces para nuevas teorías sobre cuándo aparecen estos anfibios y cómo se distribuyeron”, afirma.

Cristian Becker, jefe Curatorial y Científico del Museo Nacional de Historia Natural, donde se preserva el espécimen, señala que “una de las grandes tareas del Museo Nacional de Historia Natural es el resguardo y la conservación de nuestras colecciones, que son patrimonio natural y científico de nuestro país”.

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El investigador de la Red Paleontológica de la U. de Chile especifica, además, que el lugar de hallazgo tiene un gran potencial para proporcionar nuevos hallazgos de sapos fósiles.

“El descubrimiento de nuevos materiales permitirá tener una imagen más clara de la diversidad de este grupo en el Paleógeno y Neógeno de América del Sur, que hasta ahora es escasamente conocida. Esto nos permitirá comprender los patrones evolutivos y biogeográficos”, señala.

El estudio fue publicado en la revista Journal of South American Earth Sciences.

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