Los denisovanos, una enigmática población humana que ha fascinado a los científicos desde su descubrimiento en la década de 2010, continúan revelando sus secretos a medida que se desentrañan los misterios de su existencia. Aunque han dejado una huella genética significativa en las poblaciones modernas, su apariencia física y forma de vida han permanecido mayormente desconocidas, hasta ahora.

Investigadores de la Academia China de Ciencias en Beijing han presentado recientemente un candidato sólido para la especie a la que podrían haber pertenecido los denisovanos: Homo longi, también conocido como “Hombre Dragón”. Este descubrimiento, que incluye un cráneo casi completo datado en al menos 150,000 años de antigüedad, arroja luz sobre las posibles características físicas de los denisovanos. La presencia de un gen denisovano en la población local del Tíbet indica un mestizaje ancestral entre estas dos especies, proporcionando una explicación convincente de cómo los humanos modernos han desarrollado adaptaciones para sobrevivir en altitudes elevadas.

Además, hallazgos en la meseta tibetana refuerzan la conexión entre los denisovanos y Homo longi, sugiriendo que estos antiguos humanos compartían rasgos morfológicos similares. La presencia de proteínas denisovanas en un fósil encontrado en la región respalda aún más esta teoría.

El papel de los denisovanos en la evolución humana también está siendo objeto de intenso escrutinio. A diferencia de los neandertales, cuya distribución estaba limitada a climas más fríos, los denisovanos ocuparon una geografía diversa que abarcaba desde la meseta tibetana hasta las islas de Indonesia. Esta adaptabilidad plantea la posibilidad de que los denisovanos fueran capaces de un comportamiento más diverso que sus contemporáneos neandertales.

Según reporta The Guardian, la evidencia sugiere que los denisovanos y los humanos modernos se aparearon en múltiples ocasiones a lo largo de la historia, lo que indica un contacto prolongado entre ambos grupos. Esta interacción genética, que pudo haber ocurrido hasta hace 25,000 años, plantea interrogantes sobre la relación entre Homo sapiens, los denisovanos y Homo longi, y cómo influyó en la evolución humana.

Los científicos continúan explorando estos enigmas con la esperanza de arrojar más luz sobre la historia y el legado de los denisovanos, lo que podría ofrecer una comprensión más completa de nuestra propia evolución como especie.

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