Algunos dicen que el ritmo musical está en el “alma”, lo llevas “dentro” o en ocasiones, lo aprendes. Para conocer más sobre la reacción de las personas cuando escuchan un estilo musical y comienzan a moverse a su ritmo, un equipo internacional de científicos llevó a cabo un interesante análisis.

La investigación requirió el uso de los datos de la empresa genética comercial 23andMe y las 600 mil respuestas entregadas por el cuestionario autoadministrado en relación con el ritmo.

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Realizando un estudio de asociación del genoma completo, conocido como GWAS, encontraron que la arquitectura genética de la sincronización de los latidos es altamente poligénica.

Esto significa que la alteración de los genes se asocia con la variación fenotípica en el rasgo. La investigación destaca que no existe un gen único del “ritmo”, sino que sí se puede identificar que la capacidad de moverse en sincronía es un rasgo complejo, ya que son 69 genes.

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“La heredabilidad se enriqueció con los genes involucrados en la función del sistema nervioso central, incluyendo genes expresados ​​muy temprano en el desarrollo del cerebro y genes en regiones subcorticales corticales motoras y auditivas del cerebro, conectando la arquitectura genética y neural del ritmo”, explicó Reyna Gordon, investigadora del estudio.

En conclusión, el estudio publicado en la revista Nature Human Behavior detalla que es crucial comprender que “asociaciones de todo el genoma con la sincronización de latidos no son deterministas” y es el entorno el que juega un papel importante en la influencia de las habilidades individuales rítmicas.

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