Crédito: Journal of Proteome Research

Un grupo de arqueólogos encontró en Perú una tumba de 12 metros de profundidad que albergaba los restos óseos de un hombre, dos mujeres jóvenes y dos niños que, supuestamente, pertenecían a la élite de la cultura lambayeque, también conocido como Sicán, esto a principios de la década de los ’90.

El esqueleto del hombre fue hallado sentado, pero sin cabeza. Su cráneo, desprendido intencionalmente del esqueleto, fue encontrado boca arriba y cubierto con una máscara dorada. Asimismo, una de las mujeres fue encontrada en posición de parto y la otra de comadrona, mientras que los niños estaban agachados.

Este hallazgo llamó la atención de los investigadores ya que el esqueleto del hombre, como la máscara dorada que cubría su cráneo, estaban pintados con un pigmento rojo brillante. 

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En primera instancia, se pensó que era cinabrio, un mineral hecho de mercurio y azufre y que tiene ese color. Sin embargo, luego de haber analizado con detalle la máscara funeraria, los investigadores del Proyecto Arqueológico Sicán descubrieron que el artefacto, de más de mil años de antigüedad, tenía seis proteínas de sangre humana y otras de huevo de una especie de ave.

“La composición del material de unión, que había sido eficaz en la pintura roja, seguía siendo un misterio”, dijeron los autores en el estudio publicado por la revista científica Journal of Proteome Research, consigna Deutsche Welle.

Asimismo, la ovoalbúmina, procedente de la clara de huevo de ave, también fue utilizada como pintura. Como la proteína estaba muy degradada, los investigadores no pudieron identificar la especie exacta de huevo de ave usada para fabricar la pintura, pero se presume que podría haber sido del pato de Moscovia.

Esta cultura, anterior a la de los incas, vivió entre el siglo IX y XIV en la costa norte del territorio actual de Perú. Los lambayeques destacaron por su manejo en la metalurgia, de la mano de deslumbrantes creaciones en oro, las que fueron enterradas en las tumbas de las personas ligadas a la élite.

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De acuerdo a los investigadores, las pinturas a base de cinabrio se utilizaban en el contexto de las élites sociales y los objetos ritualmente importantes, por lo que sugieren que el hombre desenterrado era un líder perteneciente a la clase alta.

Además, la identificación de proteínas de sangre humana sustenta la hipótesis de que la forma en que se distribuían los esqueletos estaba relacionada con un “renacimiento” y “la fuerza vital” de este difunto líder Sicán.

Bajo la misma línea, un estudio reciente asegura que la cultura Sicán sacrificaba a los humanos cortando el cuello y la parte superior del pecho para maximizar su sangrado. Por lo que “desde una perspectiva arqueológica, el uso de sangre humana en la pintura no sería sorprendente“, zanjaron.

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