Los Mayas, cuyo origen se remonta a 1800 a.C, solían utilizar piedras preciosas en sus dientes, a través de dolorosas intervenciones selladas con resinas antiinflamatorias, como la que está presente en el pino o el aceite de menta.

Un estudio liderado por la bioquímica Gloria Hernández, del Instituto Politécnico Nacional de México, reveló que las incrustaciones se realizaban para evitar malos ratos producto de infecciones y caries. De hecho, consideraban su aliento como “algo divino”.

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Mauricio Uribe, arqueólogo de la Universidad de Chile, explicó a Las Últimas Noticias que la piedra utilizada con regularidad fue el jade, “uno de los elementos más relevantes  del mundo mesoamericano, más que el 0ro”, sostuvo.

Por su parte, la académica asociada de la Escuela de Antropología de la Universidad Católica, Marcela Sepúlveda, aseguró que ya existían estudios desde un punto de vista estético, pero que esta investigación “se enfocó en las resinas que permitieron la adhesión de esas piedras dentales (…). Aporta información inédita sobre las propiedades de esas resinas desde un punto de vista farmacológico“, dijo.

Sobre las resinas naturales “se han encontrado muchas sustancias con propiedades antibacterianas y antifúngicas (que evitan hongos)”, aclaró Luis González Burgos, académico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Magallanes.

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