El manganeso es un mineral potencialmente neurotóxico y las antiguas poblaciones Chinchorro, ubicadas en la actual Región de Arica y Parinacota, lo explotaron ampliamente, refinándolo y utilizándolo como colorante negro para ornamentar los cuerpos de los difuntos durante el proceso de momificación.

La continua explotación del manganeso causó un impacto importante en la salud de la población por la sobreexposición continua a este mineral, ya sea por inhalación de partículas del polvo o por contacto a través de la piel durante su manipulación.

Para indagar en estas prácticas de momificación artificial más antigua de la humanidad que se tenga registro, investigadores de la Universidad de Tarapacá (UTA) se encuentran estudiando colecciones arqueológicas y bioarqueológicas del Museo Arqueológico San Miguel de Azapa.

El proyecto, el cual cuenta con apoyo Fondecyt, es liderado por el Doctor en Antropología Física y director del Centro de Gestión Chinchorro UTA, Bernardo Arriaza, quien pertenece al Instituto de Alta Investigación (IAI).

Universidad de Tarapacá.

Como parte de la metodología, estudian diferentes matrices analíticas para cuantificar el nivel de este mineral bioacumulado en los tejidos de las momias, así como la pureza y toxicidad del manganeso empleado en la momificación artificial. Hasta el momento, se han recopilado muestras de fragmentos de hueso de las momias chinchorro para analizarlas mediante equipos especializados.

Entre los coinvestigadores de la iniciativa, se encuentra la destacada científica en el área de la Bioarqueología e investigadora de la Universidad de Otago (Nueva Zelandia), Dra. Sian Halcrow, quien estará en Arica durante dos semanas para trabajar con el Dr. Arriaza.

Por su parte, Halcrow indicó que están “investigando el uso y consecuencias del manganeso en las poblaciones Chinchorro del Desierto de Atacama. Estamos analizando los datos recolectados hasta el momento y escribiendo unos trabajos para revistas científicas. Todo va muy bien, muy productivo e interesante. He conversado con algunos investigadores en el Instituto de Alta Investigación y están haciendo increíbles trabajos de investigación”.

Sobre la cultura chinchorro

Desde hace más de 7.000 años hasta el presente, los yacimientos arqueológicos de la tradición cultural Chinchorro, conservan un contexto cultural y natural que considera un Valor Universal y Excepcional (VUE) de una sociedad cazadora y recolectora marítima hoy desaparecida, cuya cultura fue denominada patrimonio de la humanidad por Unesco.

Los sitios arqueológicos se ubican en las desembocaduras de los únicos ríos activos del desierto de Atacama, los cuales funcionaron como verdaderos oasis en medio de un paisaje caracterizado por su híper aridez.

El pueblo Chinchorro estableció, entre terrazas costeras y laderas de cerros, sus asentamientos, profundos conchales y cementerios. Estos se ubicaron a lo largo de la costa del desierto de Atacama desde llo, en el Perú, hasta Antofagasta al norte de Chile.

Se han realizado estudios científicos sobre esta cultura por más de 100 años, estableciéndose que Chinchorro correspondió a un grupo de cazadores, pescadores y recolectores que se diferenció de otras poblaciones, por desarrollar una compleja tradición de momificación artificial de sus muertos.

Este tratamiento mortuorio se inició con la intervención de lactantes y nonatos en Caleta Camarones (7.500 años atrás), pasando luego a momificar a gran parte de sus muertos sin distinguir edad o sexo.

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En específico, para el caso de Morro-1 presente en los faldeos del morro de la ciudad de Arica, son tres los tipos de momificación artificial que se lograron establecer gracias a la diversidad y cantidad de cuerpos exhumados, siendo el tipo momias negras el más antiguo (entre 7.500 y 5.000 años atrás), mientras que los tipos momias rojas y momias vendadas son contemporáneas entre sí (entre 5.000 y 3.000 años atrás).

Asimismo, se considera como cuerpos Chinchorro otros tipos de tratamientos de inhumación como las denominadas pátinas de barro, cuyos cuerpos se encuentran embarrilados con esteras de fibra de totora y la aplicación de capas de pigmento sobre la piel.

A nivel social no se ha logrado identificar quién ejecutó el proceso de modificación corporal. Sin embargo, se ha llegado a establecer que su organización social se basaba en unidades familiares nucleares, agrupadas en pequeñas bandas que no superaban los 30 individuos con una expectativa de vida no mayor a los 40 años de edad.

Entre las características más destacables de los Chinchorro se encuentran:

  • La inhumación de sus muertos en cementerios colectivos
  • El régimen de sedentarismo, su tecnología de pesca y recolección marina altamente especializada reflejada en artefactos de fina factura
  • La captura de especies marinas de profundidad
  • La caza de grandes mamíferos marinos sin contar con embarcaciones o medios de flotación.

El rol de la Universidad de Tarapacá

En 2017 el Ministerio de Bienes Nacionales otorgó a la Universidad de Tarapacá la concesión gratuita, hasta 2037, de una serie de predios con el objetivo de desarrollar investigación y planificar actividades que tienen por fin resguardar y poner en valor la evidencia arqueológica Chinchorro presente en dichos terrenos. Así, el equipo liderado por Dr. Bernardo Arriaza, y los profesionales Iván Astudillo, antropólogo social y Jannina Campos, arqueóloga, trabajan desde el Centro Gestión Chinchorro UTA.

La misión del Centro es ejecutar el plan de manejo que proporcione cuidado, conservación y difusión de los sitios arqueológicos que existen dentro de los terrenos nombrados anteriormente. Según los antecedentes aportados por investigaciones científicas, el sector del faldeo norte del Morro de Arica se reconoce como un lugar de ocupación donde los grupos Chinchorro hicieron uso desde hace más de 5.000 años, logrando diferenciar áreas domésticas y extensos cementerios.


La investigación final fue publicada el 17 de noviembre de 2023 en la revista Springer Link.

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