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(CNN)– Con ojos muy grandes y una audición aguda, un pequeño dinosaurio que habitaba el desierto cazaba a su presa en la noche, ofreciendo una evidencia más definitiva de que estos seres no solo estaban activos de día.

Este es uno de los hallazgos de dos estudios innovadores, los cuales examinaron y reconstruyeron los oídos internos de estas antiguas bestias fosilizadas y los compararon con los canales auditivos de animales vivos.

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Los resultados ofrecen información intrigante respecto a cómo los dinosaurios pueden haber experimentado su mundo, incluso si eran cazadores nocturnos, padres atentos, voladoras torpes o fanáticos de la tierra.

“De todas las estructuras que se pueden reconstruir a partir de fósiles, el oído interno es quizás el que más se parece a un dispositivo mecánico”, manifestó el paleontólogo Bhart-Anjan Bhullar, autor principal la primera investigación.

Crédito: Mick Ellison/American Natural History Museum/PA

“Está totalmente dedicado a un conjunto particular de funciones. Si eres capaz de reconstruir su forma, puedes sacar conclusiones razonables sobre el comportamiento real de los animales extintos de una forma sin precedentes“, añadió Bhullar.

Ambos estudios usaron tecnología de escaneo de tomografía computarizada (TC) para mirar a través de la roca y el hueso para visualizar y modelar el oído interno, que se encuentra en lo profundo del cráneo animal. Esto implica que a menudo está bien conservado y protegido, pero también es de difícil acceso.

Cazador nocturno

La visión científica de los dinosaurios señalaba que eran principalmente activos en el día. La evidencia que sugeriría innovaciones sensoriales, como vista y oído agudos, necesarias para cazar de noche, pasó desapercibida en el registro fósil y quedó empañada por la suposición de que eran criaturas de sangre fría.

En el segundo estudio, Lars Schmitz, profesor en las universidades Claremont McKenna, Pitzer y Scripps, colaboró con un equipo de investigadores para recopilar información detallada sobre el tamaño relativo de los ojos y oídos internos de casi 100 especies de aves vivas y dinosaurios extintos.

Los investigadores encontraron que el pequeño dinosaurio llamado Shuvuuia deserti tenía pupilas más grandes que cualquier ave o dinosaurio viviente y un oído interno similar al de una lechuza común. Estas características sugirieron que era un cazador nocturno altamente especializado.

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Este terópodo es de la misma familia que el T.rex, perteneciente a un linaje que finalmente evolucionó hasta convertirse en aves vivas. La criatura del tamaño de un pollo habría vivido en hábitats muy secos en lo que hoy es Mongolia hace unos 66 millones de años.

Es un dinosaurio extraño (…) Vemos pupilas muy grandes, un canal auditivo interno alargado y ojos hipersensibles. Rivaliza con los especialistas nocturnos de hoy, como las lechuzas y murciélagos. Además, habría acechado a sus presas, los pequeños mamíferos, por la noche“, recalcó Schmitz.

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