Hace 24 mil años atrás, durante la última Edad del Hielo, en la actual bahía de Quintero de la Región de Valparaíso el mar estaba a varios kilómetros de la costa actual y dicho espacio marino fue una gran explanada con humedales, en torno a los cuales no solo vivió fauna extinta como paleolamas, milodones y ciervos, sino también numerosos roedores, zorros y coipos.

El hallazgo, realizado por investigadores de la Universidad de Chile del Núcleo Milenio Océano, Patrimonio y Cultura (OHC), corresponde a la primera prueba concluyente de la existencia y preservación de un “paisaje ahogado viable” tanto para la mega fauna extinguida como para los humanos.

En específico, se trata del sitio GNL Quintero 1 (GNLQ1), que viene a llenar un vacío en el registro de sitios en contextos sumergidos en América. Desde 2007, cuando se realizaron los primeros sondeos del yacimiento, los resultados de fauna extinta obtenida obligaron a conformar un equipo multidisciplinario.

En 2012 y 2014 se realizaron excavaciones más amplias, con problemáticas de investigación y estándares elevados a nivel de metodología.

“Las evidencias que buscamos fueron encontradas inesperadamente como resultado de un trabajo rutinario, pero -al mismo tiempo- riguroso, en el sentido de que fue capaz de identificar restos muy discretos”, señaló a Prensa UChile Diego Carabias, director alterno de OHC.

Por el momento GNLQ1 “sigue siendo hasta la fecha el único sitio sumergido finipleistocénico en la costa del Pacífico en Sudamérica”, indicó Isabel Cartajena, directora del OHC y académica del Departamento de Antropología de la U. de Chile.

¿Qué es un paleopaisaje sumergido?

GNL1 se trata de un sitio de paleopaisaje sumergido. Este tipo de espacios se caracteriza por la abundancia y diversidad de fósiles terrestres de mega fauna extinguida y fauna existente inmersa en una matriz sedimentaria.

En el caso de la bahía Quintero, esta era una planicie aluvial con escorrentías de agua y humedales, muy similar a lo que se ve en el borde costero actual. La fauna recuperada en aquel sitio es netamente terrestre, pastadora y ramoneadora.

Esto ofrece una visión nueva y desafiante del entorno y los hábitats postglaciares comunes tanto para la fauna extinta como para las primeras poblaciones humanas de la costa andina del Pacífico.

Se ha encontrado una amplia diversidad taxonómica más de 7.000 restos óseos aún en estudio: por una parte incluye numerosas especies de fauna extinguida, entre las que se encuentran dos tipos de camélidos desaparecidos, restos de milodón, zorros, gran cantidad de microfauna compuesta por diversas especies de roedores, marsupiales muy pequeños y restos de reptiles.

En esta línea, el registro de coipos viene a corroborar, junto a otras evidencias, la presencia de cuerpos de agua o humedales en torno a los cuales existió una alta biodiversidad.

El trabajo de campo bajo el agua consistió en una excavación por estratos, aspirando los sedimentos que se despejan para luego recuperar los conjuntos de fauna en bloques, junto con el sedimento que lo contiene.

“Los trabajos en terreno también incluyen la aplicación de tecnologías de sensoramiento remoto, como sonares y perfiladores del subsuelo marino que permiten identificar los sedimentos dominantes y paleoformas en el fondo marino”, agregó Carabias.

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