Por Alejandro Vega
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Detrás de Neil Amstrong y Yuri Gagarin hubo dos cerebros que encarnaron el enfrentamiento de dos potencias en la lucha por la conquista del espacio. Del lado estadounidense, Werner Von Braun, artífice de la exitosa misión Apolo 11. Del lado soviético, Sergei Koralev, quien encabezó el programa espacial ruso que consagró la nave Volstok 1.

Ambos científicos desafiaron los límites tecnológicos de su tiempo dando un pequeño gran paso para la Humanidad.

“Ellos se aprovechan de la infraestructura, del objetivo y del esfuerzo bélico de estas potencias, para trabajar por sus sueños de infancia, para trabajar por el sueño de llegar al espacio”, asegura Jorge Baradit.

El misterio que encierra el cosmos despertó el sueño de ir más allá de las fronteras de nuestro planeta, una aspiración que desde tiempos remotos dejó entrever una inquietud por encontrar respuestas. Con la luna y el espacio, se presenta una dualidad atávica del ser humano que tejió mitos en todas las culturas, creando cosmogonías, despertando temores con la superstición, y con la razón una explicación.

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En su eterno ciclo de crecimiento, esplendor, decrecimiento y desaparición, que altera las mareas con la gravedad, siempre hemos visto y veremos su misma cara, con una dualidad que en la literatura se expresa con la vida y la muerte.

Con Miguel de Cervantes en el Quijote de la Mancha, “el Caballero de la Blanca Luna representa la noche, la esterilidad o la muerte del protagonista, que será quien finalmente venza a don Quijote y hace que vuelva a su aldea”, explica el académico de Literatura Española de la Universidad de Chile, Francisco Cuevas.

Una representación de la muerte lírica es la que encarna el poeta chino Li Po, cuyo trágico destino trae a la memoria el Premio Nacional de Literatura (2016), Manuel Silva Acevedo, pues aquel poeta de la dinastía TANG se enamoró de la Luna. “Vio a la Luna llena reflejada en un estanque y pensó que podía unirse con ella. Quiso abrazarla y pereció ahogado en ese estanque. Es una muerte muy hermosa, muy lírica”.

Baradit plantea que nuestro satélite “ha estado regularmente relacionado con las mujeres, con el espejismo y el misterio”.

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Pero resulta curioso y destacable el hecho de que las primeras certezas no llegaran precisamente en la era espacial y menos aún en el Renacimiento, sino muchos siglos antes con el pensamiento presocrático, por lo menos 500 años A.C. Anaxágoras, por ejemplo, descubrió que la luz de la Luna era un reflejo del Sol. Y Demócrito, que el origen de las sombras eran sus grandes montañas.

Los primeros filósofos fueron astrónomos, fueron físicos que estudiaron la naturaleza”, nos revela el doctor en Filosofía, Benjamín Ugalde, y agrega que “en el griego eso se dice Epysteme. La Epysteme es la ciencia, es la búsqueda del conocimiento”.

Más de dos mil años después, Galileo Galilei comprobaría con el telescopio los aciertos de los filósofos de la naturaleza, desafiando además el dogma de la ley divina que imperó por un milenio. Es decir, “básicamente se redescubrieron estos pensamientos antiguos”, dice el director del Programa de Astronomía de Conicyt, Luis Chavarría.

Fuente de inspiración y de creencias, desde los cantos chamánicos de los pueblos originarios hasta piezas modernas de la música como The Dark Side of The Moon de Pink Floyd, han tenido a nuestro satélite como objeto de culto.  Y es justamente el lado oscuro y misterioso de la Luna el que fue fotografiado por primera vez el 7 de octubre de 1959 por el satélite ruso luna 3.

El mundo llevaba 14 años de Guerra Fría cuando los representantes de dos sistemas antagónicos, el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Nikita Kurschev y el vicepresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, sostuvieron un debate que pasó a la historia y en el que cada uno alabó la superioridad de su propio paradigma.

(Extracto)

Nixon:                  Hay algunos asuntos en los que ustedes pueden estar por delante de nosotros, por ejemplo, en el desarrollo del lanzamiento de sus cohetes para la investigación del espacio exterior. Puede haber algunos asuntos, por ejemplo, la televisión en color, donde estamos por delante de ustedes. Pero para que nos beneficiemos ambos….

 Kruschev:            ¿Qué dice? ¿delante de nosotros? ¡No, jamás!

Nixon:                  Ya ve, usted nunca cede en nada….

Kruschev:            En la esfera de los cohetes los hemos superado y en esta tecnología también…no me rindo.

El programa soviético a cargo de Sergei Korolev tomó la ventaja al poner en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik 1, en 1957. En noviembre de ese mismo año, con el lanzamiento de la nave Sputnik 2, enviarían al primer ser vivo al espacio, una perrita llamada Laika que nunca regresó a la Tierra. Estados Unidos, por su parte, lograría al año siguiente enviar su primer satélite, el Explorer 1.

Pero el mundo occidental quedó perplejo cuando Yuri Gagarin se convertía en el primer humano en llegar al espacio, en 1961. Le seguiría Valentina Tereshkoba, la primera mujer en sobrevolar el cosmos, en 1963. Mientras que en 1965, Leonov haría el primer paseo espacial de la historia.

La científica rusa Marina Stepanova, doctora en Física Espacial de la Usach, destaca que “como existía un mundo socialista y un mundo capitalista, y existía en cierto modo esta competencia entre dos mundos, que todos estos hitos pasaran por el lado del socialismo, no dejaba otra opción que hacer algo grande, entonces hicieron la conquista de la Luna, que obviamente era una gran hazaña”.

El presidente John Kennedy así anunciaba el desafío de conquistar la luna, el 12 de septiembre de 1962.

“Nosotros elegimos ir a la luna en esta década y hacer las otras cosas, no porque son fáciles, sino porque son difíciles. Porque esta meta servirá para organizar y medir nuestros mejores esfuerzos, energías y habilidades. Porque estamos dispuestos a aceptar ese reto. Uno que no estamos dispuestos a posponer y uno que intentaremos ganar. Y los otros también”.

Al año siguiente, Kennedy sería asesinado y su palabra se convertiría en un presagio. Casi 20 años antes, al terminar la Segunda Guerra Mundial, la “Operación Paperclip” le había permitido a Estados Unidos reclutar a los mejores científicos del régimen nazi. Entre ellos, a Werhen Von Braun. 

Ese caballero buena onda que salía con Disney hablando sobre el espacio, que era una especie de José Maza hoy día, era un ex oficial de las SS”, señala Baradit.

El sueño de conquista del espacio también se convertiría en una danza con la muerte para la primera misión del proyecto Apolo, en 1967. La científica Stepanova recuerda que hubo un costo humano importante cuando en la “preparación de la misión Apolo I se quemaron vivos tres astronautas al interior de la cabina”.

Dos años después de esta tragedia, la misión espacial tripulada del Apolo 11 despegó de nuestro planeta, en un viaje de cuatro días que les permitió alunizar el 20 de julio de 1969.

Pasaron seis horas y media, antes de que el piloto Michell Collins observara desde el módulo de mando, cómo su comandante Neil Amstrong y Edwin Aldrin realizaban la primera caminata lunar, en uno de los hitos más importantes de la historia de la Humanidad.

Este paso en la era espacial que cambió la historia se repetiría hasta 1972, cuando la misión Apolo 17 abandonó el satélite sin que el ser humano haya regresado hasta nuestros días. Aquella fue la primera de seis misiones a la Luna, en la que se trajeron 380 kilos de roca extraterrestre. “Ese material están siendo estudiados aún hoy en día porque las técnicas de estudio van cambiando”, asegura Luis Chavarría.

De esta forma se logró establecer la “Teoría del Gran Impacto” que explica la formación de la Luna. Conquistada hace 50 años por la Humanidad, hoy sabemos que es mil millones de años más joven que la Tierra y que quedó suspendida en su misma órbita luego de que nuestro planeta chocara contra un cuerpo enorme. Así nació la hija de la Tierra.

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