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Usar o no una mascarilla. Esa ha sido una de las dudas más frecuentes debido al coronavirus y ahora lo sabemos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido enfática, el virus no permanece por si solo en el aire.

Las mascarillas se agotaron tan rápido como el coronavirus avanzaba en el país. Su uso se masificó debido a la preocupación de contraer el virus al salir de casa. Hasta cinco horas de permanencia en el aire, indicaban algunos estudios iniciales. Por eso, la OMS decidió investigar y hoy nos entrega una contundente respuesta: El COVID-19 no permanece vivo por sí solo en el aire.

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Este virus no es un virus volador, no es un virus que queda flotando en el aire por horas esperando que alguien pase por ahí caminado y se contagie.  Es un virus que se contagia por un mecanismo que es bien conocido que son las gotitas”, dice el doctor Juan Carlos Said, médico internista del Hospital Sótero del Río.

Al respecto, la doctora Mercedes López, infectólóga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, explica: “Las gotitas de Flügge son gotas de saliva que son lanzadas cuando nosotros hablamos, tosemos o estornudamos. en general, la distancia en que estas gotitas son lanzadas es de más o menos un metro y medio o dos metros y que es justamente lo que determinan las medidas de distanciamiento social”.

Para entender más sobre las formas de contagio, la OMS examinó las formas de transmisión del virus. La indagación concluye que no hay evidencia que demuestre un contagio por el simple hecho de respirar. Pero, sí lo hay, cuando estamos cerca de alguien contagiado, que tose, estornuda o toca alguna superficie.

Por eso el uso de mascarillas, señala el mismo informe, debe priorizarse en personas portadoras, personal clínico y quienes concurran a salas de emergencia en hospitales.

Son ellos los que tienen que usar efectivamente mascarillas de alta eficiencia. El uso de la mascarilla, la comunidad en general no lo necesita”, indica Beatriz Arteaga, directora de la Escuela Técnica de Enfermería de la UDLA.

Lo mismo piensa el doctor Ignacio Silva, infectólogo de la Universidad de Santiago: “En la toma de muestras respiratorias se pueden generar pequeñas gotitas que contienen micropartículas que pueden aerosolizarse y desplazarse a mayor distancia y que son situaciones muy puntuales“.

En una impresora 3D, de material compostable y bajo costo. Estos son los “escudos faciales” creados por el Laboratorio de Fabricación Digital de la Universidad de Chile. Los hicieron pensado en el resguardo precisamente de profesionales de la salud, y también por la escasez de insumos quirúrgicos tales como las mascarillas N95, las que pueden ser usadas una sola vez.

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“Este escudo facial protege al usuario del virus suspendido y cumple la función secundaria de aumentar el período de uso higiénico de las mascarillas N95, que son las mascarillas desechables más efectivas, y que es altamente probable que pronto escaseen. Es, principalmente, por esa razón que se recomienda que solamente los contagiados y el personal clínico, y no la población en general, haga uso de estas mascarillas desechables”, explica Danisa Perix, directora del Fablab de la Universidad de Chile.

Cada cintillo tarda 90 minutos en imprimirse. Con 300 impresoras funcionando podrían obtenerse 300 cintillos cada una hora y media. Sus creadores decidieron liberar este diseño, porque quieren multiplicar esa producción por diez. La idea es no agotar mascarillas de forma innecesaria, sino que dejar su uso para quienes realmente las necesitan.

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