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Australia y Chile, pese a la distancia, tienen grandes similitudes. El océano Pacífico es una conexión entre ambas naciones sus climas tienen coincidencias. Además, Australia tiene basa parte de su economía en minería, agricultura, servicios y turismo, de forma similar a la que lo hace nuestro país.

Esas semejanza son la base para conocer y replicar el modelo de sustentabilidad en Chile. Csiro es una iniciativa cuyo objetivo es el de poner sobre la mesa soluciones sociales para el país desde la ciencia. Su sección Csiro Chile, funciona como una plataforma de transferencia de tecnología y de capacidades entre Chile y Australia, aplicadas a problemas chilenos, con organizaciones chilenas y en el contexto chileno. Para conocer más sobre cómo beneficia a nuestro país, Humberto Sichel conversó con su director ejecutivo, Orlando Jiménez. 

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Csiro nació en Australia y luego se instaló en Chile para aprovechar las sinergias que se puedan desarrollar entre ambos países. “Surge en el contexto de un problema agrícola en particular y en donde existió la necesidad, dado que no había solución, de los agricultores, el gobierno y las universidades en Australia, de abordar este problema, por la vía de usar ciencia. Hay un primer sello distintivo: ciencia completamente aplicada, con el foco de resolver problemas que la industria, la economía o la sociedad en general tienen”, explica Jiménez.

La razón por la que de Australia deciden instalarse en Chile, es porque hubo una invitación del gobierno chileno para traer capacidades que no hay en el país. “Chile en los últimos 15 o 20 años, por lo menos, viene haciendo esfuerzos muy importantes de aumentar la profundidad de su sistema de innovación, por la vía de instaurar distintos programas. Formar capacidades, se aumentó en más de un 500% la cantidad de personas que salió a estudiar. Crear centros científicos muy importantes”, comenta el director de Csiro Chile.

En este sentido, recordó que se han creado, en el marco de programas universitarios, más de 40 centros de desarrollo de ciencia y tecnología que son muy competitivos a nivel mundial. Pero, todos estos esfuerzos, aunque son un gran avance, no han sido suficientes. Una cooperación clave entre empresas y academia, se ha echado de menos.

¿Qué le ha faltado a Chile? Es poder generar un vínculo entre academia, industria y empresas mucho más fuerte. Y ahí surge un programa, que lo administra Corfo, que trajo a un conjunto de centros internacionales de distintos países, con entidades como Csiro, que lo que hacemos básicamente usar ciencia para resolver problemas. Eso, por ejemplo, le ha permitido a Csiro crear tecnología de clase mundial y conocida ampliamente”, asegura.

Además de la invitación del gobierno para que Csiro operara en Chile, Jiménez explica que hay varias razones que inspiraron este trabajo. “La primera, porque el 2% del conocimiento y tecnologías a nivel mundial, se desarrollan en el hemisferio sur y Csiro, en Australia, a pesar de que trabaja en varios países, necesitaba salir. Innovación tiene que ver con oportunidades, con talentos. Eso existe en Australia, pero existe en todo el mundo. América Latina y en particular Chile, es un foco regional que nos permite, a partir de las similitudes que tenemos con Australia, adaptar soluciones”.

En el marco de la labor que desarrolla Csiro surgió Data 61, un programa que busca no solo almacenar sino analizar grandes volúmenes de datos para encontrar soluciones. “En Csiro nos dimos cuenta de que en las distintas áreas: energía, medio ambiente, minería, océano, teníamos gente especialista, o sea disciplinario, pero además teníamos gente muy buena en data. Entonces ahí surge el concepto en inglés de lo que se llama digital plus domain, o sea disciplina más dominio. En toda la experiencia que tenemos en Chile, que ya lleva 9 años, nosotros trabajamos en muchos temas de data”.

Este método permite hacer simulaciones con datos reales y ensayarlos en modelos computacionales predictivos. “Nosotros nos hemos especializado en transferir cosas que hemos desarrollado en el contexto australiano, por ende nuestras similitudes entre Chile y Australia son muy relevantes. Por ponerte un ejemplo, los desastres naturales. O sea, Australia pasa de inundaciones a sequías, a tifones, a monzones, tiene problemas fuertes climático. Nosotros desde la ciencia, hemos desarrollado distintas aplicaciones y soluciones”.

De esta forma, se aplica una solución en el contexto de reconstruir lo que fue el aluvión en Copiapó, por ejemplo, trabajando con entidades de gobierno en el sector público, explica Jiménez. “¿Por qué es importante? Porque tú, a partir de un desastre tan terrible como ese, necesitas sacar lecciones ¿que se traducen? En cómo tú vas a planificar las ciudades, por ejemplo“.

En este sentido, considera que hay más por hacer en nuestro país en cuanto al manejo de data. “Chile tiene que hacer esfuerzos en poder aumentar su capacidad en data y data analytic, en particular, vinculado a los fenómenos climáticos“.

Esta metodología permite, de manera predictiva, proyectar cuál va a ser el futuro y, por lo tanto, trabajar con las comunidades de verdad en lo que ellos necesitan y esperan del proyecto.

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El aporte que hace la ciencia es no sólo el que tú tomas a partir de evidencia empírica, sino eso tiene que ser replicable. Eso es lo que se llama consistencia interna y externa. Entonces, un enfoque científico a ti te permite ser consistente en el tiempo, que es lo que finalmente explica que la gente confíe”, finalizó.

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