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Beethoven creía que “la música es una revelación mayor que toda la sabiduría”. Que diría entonces, si observara a quién hoy dirige cada acorde, nota y melodía de una orquesta en Emiratos Árabes Unidos.

No hay partitura porque cada detalle pasa por sus manos. Este poco convencional director se llama Alter 3, y es un androide que ha impactado al mundo, no solo por su su capacidad de manejar a más de 30 músicos, sino que también puede hasta cantar.

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Es inteligencia artificial, que Japoneses lograron convertir en realidad, en base a programación mediante algoritmos musicales.

Como un programa separado, los elementos estructurales de la partitura que el Sr. Shibuya ha creado se insertan en las acciones independientes y autónomas. El androide reinterpreta esta partitura y la incorpora en sus acciones”, Kotobuki Hikaru, android programmer.

Alter 3 interpretó junto a los músicos un clásico de la Opera, una belleza aterradora, porque para muchos la imagen impresiona, pero también da algo de temor.

“Creo que esta es una idea muy emocionante, así que es por eso que vinimos a ver cómo se ve y cuánto es posible porque, como músico, realmente necesitamos tener una persona viva frente a nosotros para mostrarnos nuestra señal, lo que tenemos que hacer, etc. Así que esto es muy emocionante”, Anna Kovacevic, audience member.

Es un proyecto de investigación de la Universidad de Tokio, con el objetivo de poder desarrollar y perfeccionar las relaciones de estos androides con humanos, para eso tiene una red de neuronal artificial y múltiples cámaras que se transforman en sus ojos para identificar que hace cada uno de sus músicos.

 

“Los robots y la inteligencia artificial que existen ahora no están del todo completos. El foco de mi interés en este momento es lo que sucede cuando esta tecnología incompleta se une con el arte“, comenta Keiichiro Shibuya, show composer.

Por eso ensaya cada día de la semana a tal punto que hoy mide sin partituras el tempo y el volumen del espectáculo en vivo.

“Primero quiero decir, este trabajo es una metáfora de las relaciones entre humanos y tecnología. A veces, el androide se vuelve loco, la orquesta humana tiene que seguir. Pero a veces las personas pueden cooperar muy cómodamente”, dice Shibuya.

Los límites de la robótica cada vez parecen más lejos de establecerse, casi cualquier cosa o tarea está potencialmente sujeto ser robotizado. Incluso, algunos han decidió casarse con prototipos de androides, y también hay una tendencia de relacionarse con los llamados sex robots.

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Nos enamoramos de personas todo el tiempo que ni siquiera saben que existimos, desarrollamos estos sentimientos por ellos. Así que, creo que no será necesariamente un nivel de intimidad como el de los humanos, pero ciertamente desarrollaremos sentimientos muy fuertes a ellos“, dijo Kate Devlin.

Alter 3 ya es una muestra de cómo nos iremos relacionando con la inteligencia articicial y la robótica. Una que nos sigue asombrando y maravillando, esta vez, de mano de la música.

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