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Año 2016. La pequeña Nayeon da una ardua lucha por ganar un cáncer. Tiene 7 años, pero la enfermedad es más fuerte. Muere y deja un vacío difícil de llenar en el corazón de su familia. 4 años después, su madre -en un programa de la televisión surcoreana- hace lo impensado, volver a juntarse con ella.

Por medio de la realidad virtual, un equipo reconstruyó computacionalmente a la niña, “reviviéndola” para que interactuara con su mamá. Gestos, sonido, fisionomía, vestimenta. Un trabajo detallado en el que posicionan a la menor fallecida en un mundo paralelo, y donde la madre podrá encontrarla poniéndose los lentes de realidad virtual. La escena, es sencillamente conmovedora.

“Cerrar el ciclo”

Hasta qué punto podemos jugar a ser dioses. Hasta qué punto podemos traer gente de gente de vuelta a la vida, entre comillas. Hasta qué punto podemos también manipular el tiempo”, se pregunta Ignacio López, profesor de ética de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica.

Durante varios minutos, en el video que registra el “reencuentro” de la madre con su pequeña hija fallecida, hay una emocionalidad que traspasa al espectador. Es la despedida entre ambas, pero en un universo digital.

Se supone que la pérdida de un hijo es uno de los sufrimientos más potentes que tenemos como seres humanos. Me pasa como ¡uf! Hay que ser muy cuidadoso”, explica Dominique Karahanian, psicóloga, docente de la Universidad Mayor.

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Enfrentarse a una experiencia de esa naturaleza puede ser traumática, si no se tiene un equipo multidisciplinario que contenga y siga el proceso junto a la madre antes y posterior a este experimento digital coreano que buscaba cerrar el ciclo de ella con su hija.

Karahanian, sobre esto, añade: “Yo no sé si se cierra un ciclo. Porque puedes abrir algo nuevo, abrir un espacio del cual no te puedes hacer cargo”. Ignacio López, académico de la UC, suma un nuevo antecedente. Agrega que “el principal desafío, cuando se trata de la tecnología y lo ético, es que los límites están muy difusos”.

Vivir en la “matrix”

¿Cuán peligroso es y qué tan cerca estamos de vivir de forma completa en una “matrix”, insertos de lleno en una realidad virtual, más que la propiamente real, como el cine tantas veces nos mostró en películas que ayer considerábamos futuristas?

Miguel Sanhueza, académicos y director de UTEM Virtual, lo explica de la siguiente manera: “Yo podría estar en mi casa durante 365 días sin necesidad de moverme de mi casa e igual voy a vivir. Porque voy a tener acceso a un supermercado, un hospital, una atención a distancia, voy a tener acceso a todos los servicios. Entonces desde ese punto de vista, ya estoy en una ‘matrix’, porque ya estoy adentro”.

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Alberto Martínez, gerente general de Siemens Healthineers, entidad que trae tecnología de realidad virtual, explica que “el ser humano es insustituible. Todas estas tecnologías vienen a complementar. No es la tecnología el problema, es el uso que hacemos de ella”.

Lentes que separan realidades

En la comuna de Las Condes, al interior del Hotel W, se encuentra el primer y único centro de realidad virtual de libre desplazamiento de Sudamérica. Lucid Dreams se llama el lugar y Cristóbal Baixas es su gerente general. También entra al debate.

“Para que la sensación sea completamente real, no estamos tan lejos de vivir insertos en una realidad virtual. La sensación está siendo cada vez más real. De hecho, lo que viene ahora es que la resolución va a ser mejor que la realidad”.

El entorno, todo cambia cuando a los ojos llega el lente de realidad virtual. Se abre un mundo totalmente ficticio pero que logra engañar al cerebro y atrapa con todo lo que rodea en su dimensión digital.

Precisamente junto a Cristóbal, por medio de un traje lleno de estimuladores eléctricos y en una sala llena de sensores de movimiento, iniciamos un juego donde el trabajo es matar zombies. La sensación es tan real, que hasta un golpe que se reciba en el juego, la persona también lo siente. Todo se acaba cuando hay que sacarse los lentes.

Enseñanza y terapias

En la Universidad Andrés Bello, estudiantes de la carrera de Tecnología Médica, practican haciendo tomas de radiografías mediante realidad virtual. Por medio de lentes, simulan estar en una sala de rayos, como las que están en los hospitales, pero en realidad es una sala de clases.

El doctor Rodolfo Paredes, director académico de educación clínica de la mencionada casa de estudios, dice que, por medio de esta técnica, logran enseñar de mejor forma porque “operan en un ambiente seguro, un ambiente sin radiación”.

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En el Grupo Cetep, en uno de sus centros médicos, donde atienden problemas de ansiedad y fobias, también utilizan este mecanismo. Hacen que los pacientes se expongan a sus miedos a través de la realidad virtual. Por ejemplo, someten a alguien con fobia al encierro y a la oscuridad. Con los lentes, hacen que viva una experiencia de quedarse atrapado en un ascensor, virtual por supuesto.

Marcela Díaz, neurosicóloga del Grupo Cetep, dice que “este mecanismo, a diferencia de la terapia de exposición, donde el encuentro es en vivo, yo iría con ella (paciente) en el ascensor. Pero acá, en la realidad virtual, yo de inmediato voy manejando todos lo que ella irá viendo por medio de un computador, y ante cualquier cosa puedo desconectar todo”.

Y como eso, también existen los museos virtuales, otros elementos que posicionan a este tipo de tecnología en lo más íntimo de nuestra cotidianidad. La discusión, hoy, es hasta dónde llegaremos.

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