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El 26 de abril de 1986 ocurrió uno de los accidentes nucleares más grandes registrados. El desastre de Chernóbil expuso a millones de personas de la región a contaminantes radiactivos.

Desde esa fecha, miles de sobrevivientes que fueron expuestos a la radiación han tenido que batallar con diferentes enfermedades vinculadas a este episodio. Para los expertos una de las grandes incertidumbres es lo que pueda ocurrir con los descendientes de estas personas.

Es por ello que dos equipos de científicos internacionales del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), por primera vez, realizaron dos estudios para cuantificar e investigar los posibles efectos con la salud de las personas a la radiación ionizante, mediante herramientas genéticas de vanguardia.

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Primer estudio

Los científicos investigaron si la larga data de exposición a la radiación produce cambios genéticos que puedan transmitirse de padres a hijos, como han sugerido algunos estudios en animales.

Para responder a ello el equipo analizó los genomas completos de 130 personas nacidas entre 1987 y 2002, y sus 105 parejas madre-padre. Uno o ambos padres fueron trabajadores que ayudaron a limpiar el desastre o fueron evacuados porque vivían cerca del lugar.

Sorpresivamente, los resultados del estudio señalan que no se encontró evidencia de una mutación de novo o aumento de números en la secuenciación del genoma en hijos nacidos entre 46 semanas y 15 años después del accidente.

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Segundo estudio

El equipo documentó los cambios genéticos en los tumores de 359 personas que desarrollaron cáncer de tiroides luego de haber estado expuestos cuando eran niños o fetos a la radiación y en 81 personas no expuestas y nacidas nueve meses del accidente.

La energía de radiación ionizante rompe los enlaces químicos en el ADN, resultando en diferentes tipos de daños. Señalan que la asociación entre las roturas de la doble cadena del ADN y la exposición a la radiación ionizante del yodo radiactivo (I-131) fue más fuerte para los niños expuestos a edades más tempranas. 

Los científicos identificaron un 95% de impulsores, genes clave que la alteración permitió que el cáncer creciera, en los tumores.

Los resultados indican que las roturas de la doble hebra del ADN puede ser un cambio genético temprano luego de una exposición a la radiación en el medio ambiente, provocando un crecimiento de cánceres de tiroides. Este resultado proporciona una base para futuros estudios adicionales de canceles inducidos por radiación.

Los estudios fueron posibles gracias a la creación del Banco de Tejidos de Chernobyl, hace casi dos décadas, y los hallazgos (primer estudio, segundo estudio) fueron publicados cerca del 35 aniversario del desastre en la revista Science.

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